Logan.

Mis ojos se cierran en cuanto pongo los pies dentro de la celda, pero mi cabeza no deja de joder con las 30 horas que ya corren en el cronómetro. No me voy a martirizar por eso, la bala que me espera va a dispararse, duerma o no y por ello hago uso de mi entrenamiento para dormirme con la técnica aprendida.

«—Es una porquería repugnante— me detengo frente al despacho al oír la voz de Ervin. —No debes culparte por eso. Lo voy a arreglar.

—No lo quería hacer— solloza Evelyn, y por el sonido amortiguado sé que está abrazada a él. —Lo quise evitar, pero se metió en el camino cuando venía a decirte.

—Levanta la cabeza y deja de llorar— la reprende, seco. —El primer ministro no se va a enterar. Nadie lo hará.

—¿Qué vas a hacer?

—Lo que se debía hacer ya lo hiciste tú— empujo la puerta y veo cómo la toma del rostro mientras Evelyn se ahoga en el llanto. —Ofender el nombre del rey es motivo para sentenciar a muerte, y con lo que hizo Aurelio Volclain, se lo ganó.

—No legalmente— re