Evelyn.

Siento cosquillas en las manos y la planta de los pies al solo caminar detrás de todos cuando terminan de llegar los invitados.

El comisionado no quita la arruga de su ceño, pero también decide moverse al menos, dándome la satisfacción de verlo con un traje, aunque sín corbata, pero le asienta bien una imagen, un poco más formal. Decirle atractivo es poco. Con el cabello, por donde se pasa las manos cada dos minutos debido a su poca tolerancia a la multitud en un espacio que cree suyo.

Antes de que le reclame para que se comporte como un caballero, siento la silla ser arrastrada y acomodada en mi espalda para que me siente.

«Es un troglodita medio. Todavía».

Sirven el vino, mientras la sonrisa no me abandona al ver a mis padres, hermano y tíos de un lado de la mesa y la familia del comisionado del otro. Cada lugar ocupado por rostros que jamás creí vería juntos, pero ahora que lo hago es resplandecen todo.

—Nunca me imaginé asistir a una cena en casa de mi cuñado— suelta c