Capítulo 11
El sol entraba tímidamente por las ventanas de la habitación, pero este día no era un día particularmente especial. Sin embargo, yo no podía dejar de sentir que algo iba a cambiar y algo dentro de mí llevaba días gritándome que debía hacer algo. Que debía dejar de esconderme tras el orgullo y decirle a Sofía lo que realmente sentía.
¡Sofía! La había estado observando durante días y su silencio, su lejanía y su manera de evitarme me estaban matando lentamente. No obstante, ella también me estaba enseñando una dura lección y era que no siempre iba a quedarse, no si yo seguía actuando como un verdadero imbécil. Eso lo descubrí en el mismo instante en el que mis labios volvieron a adueñarse de los suyos aquella noche.
Esa mañana bajé por las escaleras con una decisión firme y una idea clara en la cabeza. Iba a hablar con ella he iba a decirle lo que sentía. Decirle que había sido un cobarde por darme cuenta tarde de que ella era especial. Que cada noche pensaba en ella, en su