Él asintió repetidas veces, había tragado muy grueso.
—Lo siento— rio por lo bajo, aunque también estaba temblando.
Gracias a Esteban, pude hablar un poco más acerca de las cosas que me preocupaban, daré todo de mí para garantizar el bienestar de nuestro hijo.
—¿Crees que es hora de volver a casa?— pregunté regresando a mi posición original.
—No, aún hay algo que quiero hacer contigo— respondió Esteban mientras se colocaba de pie y extendía su mano.
Volvimos al caballo, después de un momento llegamos a un lugar que no había llegado a ver, bueno, ya son dos.
—Emma, cierra los ojos— susurró.
Asentí e hice como me pidió, él me guio con cuidado por un tiempo, no sé realmente cuánto fue, porque me pareció un siglo.
—&iques