—llegamos— susurró Esteban mientras sonreía.
Era demasiado tranquilo, la brisa era fría, combinaba perfecto para la caminata que habíamos hecho. A lo lejos, divisé un columpio que colgaba de las ramas de un enorme árbol, Maxi se bajó de la espalda de Esteban y se acercó a mí, con una mano me indicó que me inclinara para decirme algo.
—¿Recuerda que le dije que sería un lugar especial para él?— Me regaló una tierna sonrisa, a lo que sonreí de regreso.
Si es un lugar especial para él, me gustaría escuchar la historia detrás de este lugar.
—¿En qué piensas Emma?— se acercó Esteba a nosotros.
Negué un poco dudosa —es un espléndido lugar— sonreí.
Había grandes y numerosos árboles, había también arbustos y e