Damon
El crepúsculo tiñe el cielo de un matiz púrpura y oro, la luz decreciente proyectando sombras inquietantes sobre el claro donde me encuentro. Con la respiración entrecortada, los músculos tensos bajo la presión del esfuerzo, observo a Alina que se mantiene frente a mí, su mirada de acero bloqueada en la mía.
Está cubierta de sudor, su cabello pegado a su frente, su respiración entrecortada. Sin embargo, no retrocede. Aprieta los puños, lista para atacar una vez más.
— Otra vez, ordeno.
Alina gruñe, el sonido bajo resonando en su garganta. Se lanza hacia mí, rápida como un rayo. Su pie corta el aire, apuntando a mi pecho. La esquivo con un paso fluido, pero ella anticipa y pivota, su puño rozando mi mandíbula.
Aprende rápido. Demasiado rápido.
Contraataco, pero esta vez, ella bloquea mi golpe. Sus dedos rozan mi piel, y una descarga de calor se infiltra entre nosotros. Mi lobo gruñe bajo la superficie, impaciente, hambriento.
— Bien, murmuro. Pero no es suficiente.
La agarro por