Damon
Ella se mueve ligeramente bajo mi toque, un suspiro escapándose de sus labios. Sonrío al observarla estirarse, sus pestañas batiendo suavemente antes de abrirse.
— ¿Me estás mirando dormir? murmura con voz aún somnolienta.
— Sí.
Ella abre un ojo, una sonrisa perezosa flotando en sus labios.
— ¿No es un poco inquietante?
— Soy un lobo, Alina. Siempre cuido de lo que me pertenece.
Ella se gira sobre su espalda, su sonrisa ampliándose. Sus dedos rozan mi mejilla, trazando la línea de mi mandíbula.
— Me pertenezco a mí misma, Damon.
Me inclino, mis labios rozando los suyos.
— Y, sin embargo, siempre vuelves a mí.
Sus brazos se deslizan alrededor de mi cuello, su aliento entrelazándose con el mío.
— Porque quiero.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho. Ella es mi fuerza, mi ancla, mi debilidad. Podría morir por ella, pero esta mañana, solo quiero poseerla, anclarla a mí de una manera que nadie podrá cuestionar jamás.
Me inclino sobre ella, mis labios capturando los suyos con una ham