Alina
Cierro los ojos, saboreando el calor de su mano contra mi piel.
— ¿Vas a quedarte conmigo? pregunto.
Él sonríe suavemente, su mirada suavizándose.
— Siempre.
Me abandono completamente contra él, su aroma a madera me calma instantáneamente.
— Te amo murmura una última vez antes de que el sueño me atrape.
La fría luz del amanecer filtra a través de las cortinas, proyectando sombras en movimiento sobre el suelo de piedra. Mi cuerpo aún está entumecido, un calor difuso irradiando de mi piel donde Damon me ha tocado. Él sigue ahí, dormido a mi lado, su brazo posesivo enrollado alrededor de mi cintura.
Me incorporo un poco, observando su rostro dormido. Su frente es lisa, sus cejas relajadas, y sus espesas pestañas proyectan una sombra sobre sus mejillas. Se ve tan pacífico tan vulnerable que mi corazón se aprieta. Damon nunca es vulnerable. Es el guerrero, el protector, quien soporta el dolor por mí, por la manada. Pero aquí, en la intimidad de esta cama, es un hombre que se ha entre