—¿Dónde demonios estás, Ameline? —preguntó Seth, mordiéndose el labio con fuerza.
Ya estaba comenzando a preocuparse, ella había desaparecido de un momento a otro, y nadie la había visto desde hace tiempo…
No podría haber escapado, todas las posibles salidas estaban vigiladas por hombres muy capaces, pero entonces… ¿dónde estaba? ¿Dónde se escondía?
Seth maldijo por lo bajo a Mindy, pero también se maldijo a sí mismo y hasta con más odio, porque no debió dejarse ni abrazar ni besar, por más que el beso lo hubiera tomado por sorpresa.
No obstante, estaba intrigado por la reacción de Ameline.
Claro que nunca habría esperado que de todas las personas que podría haberlo visto, justamente ella lo viera, hasta le parecía sospechoso, pero lo que más le intrigaba era su reacción al verlo recibir un beso de Mindy, porque Ameline decía no sentir nada por él más que deseo carnal.
—Pero si no sientes nada por mí… ¿por qué te dolió tanto? —susurró, entrando a la habitación de Ameline pa