Kael la sostiene por las muñecas, con fuerza. Sus ojos arden de rabia. Sus emociones son un caos. Su mente se resiste.—Esto es más complicado de lo que piensas —dice finalmente, su voz cargada de tormento—. No tienes ni idea de lo que está pasando.Aria logra zafarse de su agarre, retrocede y lo abofetea. Kael está estático, mientras que Ryder ruge en su cabeza. Ella lo está desafiando de nuevo, y su instinto alfa le grita que la someta, que le haga saber quién es él realmente. Pero ella no es un miembro de su manada, es una simple humana y no sabe de su poder.—Yo no elegí esto —murmura Aria con amargura—. Ustedes me obligan a estar aquí y hacer cosas que yo no quiero. ¡No quiero estar aquí! ¡No quiero estar cerca de ti!Sin decir más, Aria se marcha con pasos duros. Kael no la detiene. La sigue, pero no de cerca, para asegurarse de que vuelva a su cabaña. Sabe que esta vez no estaba intentando escapar, pero aun así no le gusta que esté a altas horas de la noche en lugares alejados.
—Aria, no quiero que vayas sin guardias a la ciudad —Todos se sorprenden de cómo Kael se está conteniendo. Sus manos están en puños y su sangre pulula en sus antebrazos, pero su voz sale suave. Si la que estuviera diciendo todo esto fuera alguno de los miembros de Claro de Luna, ya estarían en verdaderos aprietos.—¿No quieres que vaya sin guardias o que vaya a la ciudad con Nestor? —pregunta Aria más para sí misma que para él. Sin embargo, todos consiguen oírla a la perfección—. Ya lo dije: si les molesta que tome mis propias decisiones como la persona adulta que soy, solo dejen que me vaya y listo. Nunca más me verán aquí.Lo ve parpadear, un poco sorprendido por su actitud.—Yo pienso que esto es una tormenta en un vaso de agua —interviene Osman, intentando calmar los ánimos—. Estamos preocupados de que aquellos hombres que tenían a tu hermano te vean allí e intenten hacerte daño de nuevo. Eso es todo, Aria. No eres nuestra prisionera, solo estamos siendo precavidos. Además, los gu
Han pasado dos días desde que Aria discutió con todos en el salón de desayunos. Dos días de indiferencia absoluta hacia Kael, de silencios tensos y miradas esquivas. Se encierra en sí misma, habla con Elvira solo lo justo y necesario, y se refugia en las charlas con Nestor cada vez que él viene a visitarla. Él, con su sonrisa constante y su amabilidad serena, le ofrece el respiro que tanto le hace falta.—¿Te gustaría caminar un poco? —le pregunta. Ya es de tarde, el sol está bajando entre los árboles que rodean la comunidad.Aria asiente. Se siente culpable por arrastrarlo a su mundo cargado de emociones revueltas, pero él no parece molesto, al contrario, lo hace con mucho gusto.Caminar con él por la plaza y los campos de entrenamiento es casi terapéutico. Mientras recorren los senderos, él le cuenta sobre cómo van sus estudios de Medicina y su deseo de terminarla para poder ejercer. Solo le falta un año más de prácticas. Habla con pasión, y a Aria le gusta escucharlo. Nestor le par
Aburrida de estar dentro de la cabaña, ya de noche, Aria sale a tomar aire. El sitio se le hace estrecho, asfixiante, y cada espacio parece contener el olor de Kael. No ha dejado de pensar en él desde aquel día, pero también ha decidido no ceder más. No le va a dar el gusto de seguir usándola y lastimándola.Va caminando hasta un lugar más apartado. Nunca antes había venido aquí. Cuando ve una fogata encendida y a varios jóvenes riendo alrededor, se siente tentada. Necesita distraerse. Solo un poco. Tal vez estar con ellos un rato ayude.—¡Aria! —la llama Nestor con una sonrisa al verla acercarse al sitio—. Ven, tenemos bocadillos y jugo de frutas. Te van a gustar.Ella duda unos segundos, pero finalmente se sienta junto a él en uno de los troncos. El calor del fuego le reconforta un poco en esta noche fría, y la risa de los demás le da una sensación de normalidad por primera vez en días.A unos metros de distancia, entre la penumbra de los árboles, Erika la observa con los ojos inyec
Para todos ya es evidente la respuesta. La expresión en el rostro de Aria, su silencio, su incomodidad... todo delata una verdad que no puede esconder. Y Erika lo sabe. —¿O tal vez tu miedo está en admitir… —susurra Erika con una sonrisa venenosa— ...que estás enamorada de alguien que no te eligió? ¿De alguien que solo quiso calmar su lujuria contigo y luego te dejó por otra?El golpe es certero. Como una daga que atraviesa el centro de su pecho. Todos se callan. Incluso las amigas de Erika se quedan inmóviles, quizá sorprendidas por la violencia de sus palabras. Nestor se inclina hacia Aria, dispuesto a sacarla de allí si es necesario. Pero ella no se mueve. —¿Eso es, Aria? —insiste Erika, más baja, más cruel—. Ese hombre te utilizó y ahora no sabes cómo lidiar con eso, ¿verdad? ¿Por eso viniste aquí y vives encerrada en esa cabaña?Las lágrimas que Aria contuvo por tanto rato finalmente escapan. Se pone de pie, en silencio, sin responder, sin mirar a nadie, y se aleja. Camina con
Aria sigue golpeándola una y otra vez; sus nudillos duelen y sangran mientras Erika yace indefensa, sin siquiera moverse. ¿Por qué no se está defendiendo de ella si se supone que es mucho más fuerte? ¿Es esta otra de sus tretas?La sonrisa en su rostro se lo confirma. Aria se molesta más que antes por su provocación; lo único que quiere es borrar esa estúpida sonrisa de su cara.Kael, envuelto en una cantidad exagerada de papeles administrativos que necesitan su atención, no puede concentrarse en nada. Su mente está puesta en el paseo de mañana de Aria y Néstor. No quiere dejarla ir, pero impedirlo puede hacer sospechar de su vínculo con ella.Está intranquilo, maldita sea. Su lobo está enfurecido. Ninguno de los dos está en su mejor estado, sabiendo que se acerca el día en que debe reclamar a Erika y sacar para siempre de su vida a Aria. ¿Por qué la luna le dio una compañera humana? ¿Está siendo castigado por algo que hizo mal?Honestamente, toda esta situación lo tiene estresado. La
Sus labios casi se tocan y Aria contiene el aliento. El calor del aliento de Kael roza su boca, y por un segundo, el mundo se reduce a eso: su cercanía, la intensidad de su mirada, el latido furioso de su propio corazón. Pero entonces duda. Una sombra cruza por su rostro y retrocede apenas unos centímetros, lo suficiente para romper el momento, probablemente contemplando si es lo correcto luego de todo lo que sucedió entre ellos. El alfa Kael no oculta su frustración ante ese acto. Su mirada se oscurece al instante, sus pupilas se dilatan y brillan con una mezcla de rabia contenida y deseo insatisfecho. Aprieta los puños a los costados, tan fuerte que los nudillos se le tornan blancos. Su pecho sube y baja con violencia, como si estuviera conteniendo una explosión. Lo está. A Ryder no le gusta que su compañera lo rechace.—Ya puedes irte —murmura Aria, sin mirarlo a los ojos—. Mis heridas no son tan graves. Puedo encargarme yo sola a partir de ahora. Tu prometida te está esperando.L
Elvira abre los ojos con asombro al ver a su hermana en la puerta. Luego de lo que escuchó sobre lo que había pasado con Erika, creyó que ella no saldría de la cabaña pronto. No sabe si sonreír o mirarla con tristeza.—Hermana, buenos días. ¿Cómo amaneciste?Se acerca a ella y la examina con la mirada antes de abrazarla. Se pregunta si tal vez exageraron la situación, ya que Aria casi no presenta lesiones.—Estoy bien. —Aria le ofrece una sonrisa.En la mesa, el alfa Esteban no disimula la incomodidad. Y Kael… Kael parece haberse olvidado de respirar. Mientras tanto, la mirada de Erika se vuelve tan lúgubre como su alma y hace una mueca torcida con los labios al verla. Su cara tiene un hematoma oscuro.Al verla, Aria siente una punzada de satisfacción que intenta reprimir, pero no puede. No se arrepiente de lo que hizo. No después de todo lo que soportó anoche.Todos y cada uno de los que están en la sala esta mañana pensaron que Aria no saldría hoy.Nestor está en una mesa con sus am