Capítulo 48.

El cielo estaba velado por hermosas estrellas, distribuidas en gran cantidad; algo muy fuera de lo común en esos tiempos, usualmente la apariencia de este era una muy oscura y vacía, casi cruzando a la línea de lo sombrío, como si cada estrella hubiese, repentinamente muerto.

El estado de silencio en el que se hallaba la habitación en aquellos instantes era tal, que se podía con facilidad escuchar el andar de una hormiga.

Las manos de Derek acariciaban con numerosa delicadeza los suaves cabellos de Adalia, quien se encontraba dormida a causa de las drogas que este mismo le había suministrado.

Era necesario dormirla con drogas, era la única manera de mantenerla quieta y de asegurarse de que ella dormiría en realidad.

Los largos dedos de Derek iban caminando del cabello de ella hacia su delicado rostro, en donde aún permanecían moretones de la golpiza de hace cinco días. Eran perfectamente visibles, como si la a

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