Max gruñó y se dirigió en dirección a Catriel. Me detuve frente a él, impidiéndole que me siguiera:
- ¡No, Max, por favor! Él no vale la pena.
- ¿No? Creí que te había gustado lo que pasó entre nosotros... - Catriel se sentó en el banco, provocativamente.
- No sé de qué hablas, Catriel.
- "Su Alteza", por favor. - me corrigió.
Caminé unos pasos hacia él y acerqué mi cara a la suya:
- C-a-t-r-i-e-l -repetí su nombre, casi deletreándolo, saboreando el sonido de cada letra que salía de mis labios mientras lo observaba con furia.
- Si es así, creo que debería llamarte Pequeño Monstruo, ¿no crees? - Se levantó.
Max me cogió del brazo:
- ¡Vamos! Pronto nos iremos de este confín del mundo y lo único que te llevarás contigo serán los recuerdos de esta gente extraña que hemos conocido aquí, Alteza.
- ¿Alteza? - se rió Catriel. - ¿Por qué la llamas Alteza ahora? ¿No sois lo bastante íntimos como para llamaros por vuestro nombre?
- Le voy a partir la cara. - Max me miró, tratando de ir tras Catr