—La señorita Bianchi tiene un nuevo abogado —el hombre le comunicó a Benjamim, en voz baja, asegurándose de que Adam no lo escuchara—. Es el mejor abogado del país. Fue el propio Dante quien se lo consiguió.
La noticia cayó como una bomba para Benjamim. Pareció sorprendido, pero decepcionado. Primero, las noticias de que los dos tenían un romance, y ahora Antonela aceptaba la ayuda de Dante, descartando las buenas intenciones de Benjamim de demostrarle que no tenía ninguna intención de quitarle a Adam.
Todo su esfuerzo era inútil, y el amor que latía en su corazón, también. Se encontró pensando en ella, en la confesión de sus verdaderos sentimientos y en el rechazo. ¿Cómo podía seguir pensando en ayudarla, después de que Antonela destrozara su corazón?
¿Cómo había podido volverse tan idiota?
—Ya no iré a la audiencia —comunicó Benjamim, alarmando a su abogado—. Usted será mi representante. Sé que puedo hacerlo.
—Claro que usted puede, señor —hizo una pausa, aflojando el nudo de la cor