Alessia caminaba de un lado a otro en la pequeña habitación del último piso de la vieja fábrica. En los últimos días, el lugar se había vuelto bastante concurrido.
Henrico había contratado a nuevos empleados, las máquinas habían vuelto a funcionar, pero la vida de ella permanecía estancada, monótona y sin gracia desde el día en que fue abandonada en el altar y expulsada de su casa.
Había días en que pensaba que iba a enloquecer. Ya no podía caminar tranquilamente por las calles de la ciudad sin ser señalada como la mujer que engañó a Benjamín Dylon con un embarazo falso. La noticia de su boda fue titular durante muchos días, y aún había quienes hablaban del asunto.
Alessia consideraba que tal vez jamás volvería a vivir en paz.
Lo peor de todo era saber que él y Antonela estaban más unidos ahora, después de que Benjamín se enteró de la existencia de Adam. Alessia lo amaba y ya no podía ocultar cuánto lo quería de vuelta.
Cuando sonó la campana de la fábrica, ella bufó molesta. Se puso