Dylan y Legna conversan por un largo rato debajo de la luna y un cielo lleno de estrellas. De vez en cuando discuten por cualquier tontería, pero terminan riendo y jugueteando. Esto último se manifiesta con palmadas, toques sutiles y pellizcos, que usan como excusa para poder tocar al otro.
Horas más tarde, Dylan se encuentra frente al baño a la espera de que la pelirroja salga de la habitación que él va a ocupar.
—Toma. —Legna le pasa una toalla, un cepillo de dientes y un pantalón de piyama que pertenece a Riú.
—Gracias, amiga —responde juguetón.
—No me llames así; suena raro y poco natural. ¿Sí sabes que mis padres me pusieron un nombre para ser llamada por este? —Ella se cruza de brazos.
—Conque esa tenemos... —Él entrecierra los ojos y la juzga con la mirada—. Entonces es bueno recordarte que mi nombre es Dylan y no "Cara de culo".
Legna se ríe.
—Pero me gusta llamarte así.
—Pues no te quejes cuando también te ponga un sobrenombre todo feo.
—Deja ver... "Fastidiosa, lobita insop