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Me metí a mi apartamento y al ver en el suelo miré un sobre, lo recogí entonces al abrirlo miré el collar que Jesse me había dado junto con una nota de disculpa de mi vecina, Pelusa era su gata y se colaba a mi piso bastante seguido, las cosas que hace un poco de atún.

Coloqué el collar en mi tocador, lo miré detenidamente e incluso estuve a punto de arrojarlo en la basura pero decidí dejarlo conmigo ya que esto representaba la amistad dulce e inocente que tuve con Jesse cuando eramos unos niños, desafortunadamente ahora había cambiado al punto que ni siquiera me reconocía y que era capaz de dejarme tirada porque se encontró con una prostituta fina.

— No sé qué me duele más — tomé la cadena en mis manos — el hecho de que no me recuerde, que sea capaz de dejarme botada después de todos estos años o que me confundiera con una prostituta; creo que lo mejor es olvidarse de la amistad que tuve con él y enfocarme ahora en mi carrera, si tan solo tuviera un hijo — hice una pausa — espera, ¡Eso es! Puedo someterme a fertilización, averiguaré todo lo necesario.

Me dormí hasta tarde leyendo acerca de la fertilización in vitro, cuando llegó el amanecer me encontré con la laptop en mis piernas y mi espalda en la cabecera de la cama; todos los recuerdos de la noche anterior vinieron a mí.

— Si, eso es lo que voy a hacer — miré la laptop y la información — voy a someterme a un tratamiento de fertilidad, es lo mejor si quiero tener un hijo y que el padre no sea un fulano cualquiera, además no es como si tuviera una fila de machos esperando salir conmigo y aunque así fuera, en mi interior sabía bien que Jesse aún ocupaba un lugar en mi corazón y por eso no me fije en nadie de mi alrededor en caso que lo hubiera.

Pelusa  me veía desde una esquina, ella tenía las orejas levantadas como si me escuchará, esta gatita era la única compañía que poseía en mi triste existencia y aunque muchos pensarían que era algo de locos, lo cierto es que a esta oyente de cuatro patas le podía confesar todo lo que quisiera y no tendría el temor de que le dijera a alguien lo que me había pasado.

— Ayer perdí mi virginidad — ella ladeó su cabeza — si, tal a como escuchas; lo hice con la persona que siempre soñé pero al final resultó ser un idiota de primera categoría que lejos de reconocerme pensó que era una prostituta — un miau obtuve de respuesta — tienes razón, de todo lo que estaba pensando ayer creo que las tres cosas me duelen, ahora ya sé que Jesse brinda el tipo de amistad incondicional en caso de que no se aparezca una chica con trasero lindo.

Pelusa se lanzó a mi cama y me pidió que la acariciará, así lo hice hasta que miré el reloj y supe que iba tarde a mí puesto en la cafetería, me preparé lo más rápido que pude y al final llegué justo en el momento que el jefe preguntó por mí.

Me puse el uniforme de la cafetería y comencé a atender a los clientes, salí ya que necesitaba tirar la basura y fue ahí en donde miré a lo lejos que Jesse se estaba besando con una mujer que desconocía, en ese momento fue que comprendí que él no era aquel pequeño que conocí y ahora era un Don Juan De Marco que se ligaba a cuanta mujer se le pusiera de frente, fui incapaz de seguir viendo y salí corriendo al baño ya que no quería que me vieran llorar, mientras veía al techo y mis lágrimas se deslizaban por mis mejillas fue que escuché una explosión muy fuerte y seguido de eso el humo comenzó a entrar por todos lados, al intentar abrir la puerta no pude hacerlo ya que se quedó atascada.

— ¡Ayuda! ¡Alguien que me ayude por favor! — empecé a toser — ¡Me encuentro aquí dentro, en el baño!

Por mucha ayuda que pedí nadie llegó, la temperatura comenzó a incrementar y aunque intenté abrir la puerta me fue imposible, así que este sería mi final, moriría asfixiada y aunque la muerte no era algo que me daba temor lo que más me pesaba de todo esto era que había discutido con Jesse, como me arrepentía de haber hecho esto, ni siquiera me había puesto el collar que me obsequió años atrás todo porque me quemaba usarlo, que ironías de la vida.

Narra Jesse

Llegué a la cafetería de Barney, mi sorpresa al ver que la cafetería estaba ardiendo fue muy grande, las llamas eran demasiado altas y el humo estaba en abundancia; me tranquilicé al ver que todas las personas estaban afuera pero en el momento que él dijo que faltaba una de sus empleadas decidí empaparme por completo para poder entrar pero antes de eso saqué mi celular ya que era necesario llamar de forma urgente.

— Llama a los bomberos — le di mi celular y él se sorprendió al verme — ¡Vamos, deja de ver y actúa! Yo voy a ir por esa empleada que falta.

Entré a la cafetería y gracias a que me encontraba empapado fue que las llamas no me afectaron demasiado, pude escuchar un golpe débil proveniente de los baños y ahí me di cuenta que la empleada se había quedado atrapada, mi pie pateo la puerta y miré a la mujer de ayer, sin dudarlo la tomé entre mis brazos y pude escuchar la sirena de los bomberos. Al salir todos me ayudaron y ella recobró un poco la conciencia.

— Jesse — su mano acarició mi rostro — gracias.

Ella quedó inconsciente y la ambulancia le dió prioridad, iba a subir pero ellos no me permitieron hacerlo, en el momento que tomé la decisión de seguirlos fue que recibí una llamada de mi papá y no tuve más opción que contestar.

— Hijo disculpa que te moleste pero necesito un favor, el sous-chef decidió renunciar por un capricho entonces necesito unas manos extras en el restaurante, ¿Será que puedes venir? Si no fuera de extrema urgencia créeme que no te pediría esto.

— Muy bien papá, enseguida estaré ahí — respiré profundo — solo dame diez minutos para llegar.

Fui al restaurante de mi papá y ahí ayudé al chef en todo lo que necesitaba, la jornada estuvo muy pesada pero logramos salir adelante sin la ayuda del sous-chef.

— Tengo un anuncio — mi papá llegó — hemos recibido la visita de un crítico el día de hoy, quedó encantado con el postre que mi hijo hizo, felicidades Jesse.

Todos me aplaudieron y al finalizar la jornada fui llamado a la oficina de papá, él abrió una botella de vino y me dió una copa.

— Sabía que ese crítico vendría hoy, escuché algunos rumores por ahí y fue que decidí llamarte; Jesse me gustaría que en un futuro te hicieras cargo del restaurante, bien sabes que yo estoy viejo y quiero jubilarme, ya trabajé muchos años.

— Papá, créeme que también me gustaría hacerme cargo de los restaurantes pero sueño con abrir mi propio negocio y no beneficiarme de los éxitos que has tenido.

Bebí con mi papá hasta tarde y luego nos fuimos a la casa, había sido un día tan agitado que ni pude comentarle el hecho de que la cafetería de Barney se había quemado.

Narra Alexa

Al abrir los ojos miré que Jesse no estaba conmigo, qué tonta que soy, si pensaba que iba a dejar tirada a su amante por mí estaba muy equivocada y aquí lo tenía más que comprobado. Pensé en decirle que aquella niña que conoció años atrás era yo pero con las nuevas circunstancias lo mejor era irme olvidando de esa idea.

— Señorita Harris — el doctor entró — la tendremos una noche más en observación y podrá irse mañana si todo sigue a como va, por poco no la libra.

— Doctor, ya me siento mejor y creo que está exagerando un poco al dejarme un día más aquí. Prefiero ir a descansar a mi apartamento y así estar en la comodidad del hogar.

Al final firmé el abandonó ya que no podía costear un sitio como este, mi sorpresa al saber la cuenta de este sitio fue demasiado grande, por poco me da un infarto ahí mismo pero sabía bien que no era conveniente ya que todo se iba a aumentar el doble.

Llegué a mi apartamento y pensé que ahora tenía que buscar otro trabajo, me iba a enfocar solamente en eso y no en andar pensando en Jesse, probablemente en este momento se encontraba con esa mujer y se burlaba de mí. Al recordar nuestro beso me dió tanta rabia que fui a lavar mi boca con enjuague y con todo lo que encontré en el camino, a excepción de cloro.

— Pelusa — miré a la gata — fui una tonta, lo besé y luego él se estaba enredando con otra tipa. Ni siquiera sabe quién soy yo y no se lo pienso decir en absoluto, lo mejor es que me enfoqué en encontrar trabajo lo más pronto posible porque con la cafetería quemada definitivamente perdí mi empleo.

Cargué a la gata y me senté con ella mientras la acariciaba, pensaba en ir a buscar el periódico cuando mi celular sonó.

— Hola señor Lennox, dígame qué sucede; supongo que llama por lo de la cafetería que se quemó, me encuentro bien así que no se preocupe — decidí omitir lo de Jesse — ¿Se encuentra bien?

— No tenía idea que la cafetería se había quemado, hablaré con Barney. No te llamaba solo por eso, me gustaría que vinieras al restaurante a una entrevista de trabajo, hay un puesto para ti.

Intenté oponerme pero al final terminó por convencerme de que fuera a la entrevista, además no era como si tuviera una cantidad de ofertas de empleo y si quería salir embarazada necesitaba demasiado dinero. Llegué al restaurante, cargaba con mi título y todos los documentos necesarios en una entrevista, iba a subir las escaleras cuando miré que Jesse venía en esa dirección y en el momento que quise ocultarme terminé por tropezarme con un cubo de basura y caí de cabeza en ese sitio mientras mis piernas quedaban al aire.

— Pero qué rayos — escuché la voz de Jesse — ¿Se encuentra bien señorita? Espere un momento que le ayudaré a salir.

Como si hubieran puesto un cohete en mis pies me levanté y salí corriendo con los tacones que llevaba puesto, el cubo de la basura me ayudó a mantener mi identidad en secreto y me lo quité lo suficientemente lejos del restaurante, muchas personas me veían como si fuera una demente y no podía culparlos ya que en mi cabello estaba una cáscara de banano.

— Señor Lennox — hablé por celular — ¿Puedo llegar otro día a su restaurante? Lo que sucede es que me salió un inconveniente — él dijo que sí — está bien, muchas gracias.

Me fui caminando donde dejé mi coche mientras un ejército de moscas me  perseguían hasta entrar conmigo en el auto entre el hedor y el zumbido de los animales estaba a punto de enloquecer, porque no solo me había quedado sin dignidad, sino que apestaba terriblemente, hice el recorrido a mi apartamento a toda velocidad y mientras bajaba de mi auto, iba dejando el aroma más asqueroso y repugnante que había olido, mientras mi rostro se cubría de vergüenza.

Corrí la distancia que me separaba de mi casa, entré a la ducha con todo y ropa, para sacarme el asqueroso olor y recuperar mi dignidad, mientras no dejaba de maldecir al idiota de Jesse…

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