Cap. 32 La muerte de Norca
Rowena se levantó y Enrietta le dijo con su clásica sutileza.
—Calma, señorita, parece ofendida. Tengo que decirle que le aconsejé a Boris que se quitase esa espinita con usted y que actuase como el hombre que es. Ahora, si le prometió algo en el camino, no debió creerle que todo hombre que se respete, promete el oro con tal de que la mujer ceda antes sus deseos.
—Usted es la mujer más ruin que ha existido.
Enrietta sonrió complacida.
—Veo que le creyó… No seas tonta bruja, acepta mi propuesta, te casarás bien con un Omega, me encargaré de eso personalmente, pero olvida a mi nieto.
Rowena salió muy dolida, sentía que sus piernas se doblaban en ese momento y salió al jardín, vio a Miquela acercarse.
—Me siento mal…
—Estás pálida, Rowena —la llevó a sentarse cerca de la entrada—, te ves de muerte.
—Es esa mujer, Enrietta es un monstruo.
—Te lo dije, es peligrosa y cruel. Tienes que ser fuerte, esa mujer viene de nuevo hoy.
—¡Qué!
—Me lo dijo la bestia de Enrietta. Dijo que preparaba una