04:Desesperación

Había pasado una semana desde que Carlotta se fue, los únicos que sabían donde estaba, eran Mariano y su esposa Carina. Ellos protegían a su sobrino, Mariano conocía muy bien a su hermano y sabía también que los encontraría, pero él iba a evitar eso. 

Mariano sentía pena tener que proteger a su sobrino de su propio hermano, pero lo que Mariano no sabía es que Giovanni lleva una semana devastado, arrepentido, con ansias de encontrar a Carlotta y a su hijo. 

Giovanni lleva una semana bebiendo hasta al punto de llegar a casa ebrio, follaba para olvidar la desesperación de no saber donde estaban. A Mariano le dolía ver así a su hermano pequeño, pero era mejor así. Además había prometido a Carlotta no decirle donde estaba. 

Giovanni ya había contratado al mejor detective para encontrarla, pero lo que no sabía es que su hermano le había pagado más para no decirle el paradero de la joven. 

Un Giovanni en el despacho, con una copa en la mano, miraba por ventana pensando en Carlotta y en su bebé, se fue para protegerlo de él. «Me   arrepiento tanto de haber soltado esas malditas palabras.» pensó él. 

La puerta del despacho, se abrió dejando ver a Mariano, Giovanni se giró y volvió su vista a la ventana. 

—¿Seguirán ocultándome dónde están? —dijo Giovanni sin mirarle. 

—Si es para protegerlos, si. —respondió Mariano sentándose en el sofá. 

—Me está matando el no saber de ellos, no salen de mi cabeza ni un maldito segundo. —dijo decepcionado con el mismo. —Siempre pienso: "¿cómo están?" "¿Comerá bien?." Te juro que jamás me he arrepentido de algo que haya salido de mi boca. —Mariano se levantó y caminó hacia su hermano.

—Te puedo asegurar, que están bien. — aseguró Mariano poniendo su mano en el hombro de su hermano. 

—Dime dónde están, per favore. — suplicó 

—No puedo, se lo prometí. Lo único que puedo hacer, es llamarla y que tu hables con ella, que le digas que te arrepientes. —le aconsejó Mariano, Giovanni levantó su mirada y asintió. 

Mariano no podía ver más así a su hermano, le partía el alma. Por primera vez en años, Giovanni se arrepentía de algo, estaba claro que el moreno estaba totalmente arrepentido. Mariano cogió su móvil marcó el número de Carlotta, al tercer toque, ella contestó. 

—¡Ciao, Mariano! Perdona tenia el móvil en la cocina. —dijo ella con un sonrisa, Giovanni al escucharla sintió algo en sus adentros. 

—No te preocupes, dime ¿cómo estás? ¿y mi sobrino? —preguntó Mariano alegre. 

—Muy bien, mañana tenemos una cita con el médico para ver como avanza. — tocó su vientre, ella no sabía que Giovanni estaba escuchando la conversación. 

—Mañana me dirás, oye Carlotta hay alguien que quiere hablar contigo. —dijo serio. 

—¿Sí? ¿Quién? —dijo confundida. 

—¡Ciao, Carlotta! —la voz ronca de Giovanni, la paralizó. —¿Cómo estás? 

—¿Qué quieres? —dijo ella asustada, pero sería. —¿Si vas a decirme otra vez que lo in... 

—¡No! — la interrumpió. —No te diré eso Carlotta, te llamo para decirte que vuelvan, estoy desesperado sin saber de vosotros. Se que no tengo perdón por lo que dije, pero por favor, vuelve. — dijo rápido y su voz se rompió. 

—No volveré, Giovanni. Ahora soy yo la que te prohíbe que te acerques a nosotros, te dije que te ibas arrepentir y la vista está. Olvídate de nosotros, olvida que serás padre, no me llames más, adiós. —Colgó. 

Mariano ya no estaba, les había dejado privacidad. Giovanni se dejó caer al suelo sujetando su cabeza, el alma le dolía, era un ardor que lo quemaba por dentro, una angustia que le prohibía respirar. 

—Prometo recuperarlos, cueste lo que me cueste. —dijo en voz alta. 

Giovanni estaba arrepentido, nunca maldijo tanto unas palabras que hubieran salido de su boca. Ella se fue por miedo para protegerlo de él, jamás mataría a su hijo. Fue por miedo, temor, agobio, por el futuro que le esperaba a ese bambino. Prometió recuperarlos y eso haría. 

********** 

Al día siguiente, Giovanni se despertó, con un dolor de cabeza horrible, se levantó corriendo al baño y expulsó todo lo que bebió anoche. Emjuagó su boca y encendió la llave de la ducha. Cuándo terminó, se vistió para ponerse cómodo. Se puso un chándal gris y una camiseta blanca. Salió de la habitación, y bajo las escaleras encontrándose con su hermano y su cuñada. 

—Buongiorno. —dijo Carina, ella también vio a un Giovanni distinto ausente del mundo, solo se refugiaba en el alcohol, pero eso se lo buscó él sólito.

—Señor, ¿desea un café?— dijo la sirvienta que apareció en el salón. 

—Si, y una aspirina. — dijo serio, la chica asintió y desapareció del salón. 

—No puedes seguir así, beber y al día siguiente tomar pastillas. — dijo su hermano tomando un sorbo del café. 

—¿Y cómo coño quieres qué esté? —dijo serio. 

—Hablaste con ella, ¿qué te dijo? — pregunto su hermano interesado. 

—Que olvide que seré padre. — dijo repitiendo lo que ella que le dijo. 

—Tienes que entenderla, Giovanni. La amenazaste, perdona pero eso te lo has buscado tú. —dijo su cuñada, él ya harto de escuchar lo mismo, cogió la silla y la lanzó. Su cuñada se asustó y Mariano le miró serio. 

—¡Dejad de repetir lo mismo las 24h horas del día! ¡Se lo qué dije, no me lo repitan! —gritó del coraje. —Estoy harto ¡harto! Me tenéis hasta la polla, encontraré a Carlotta así me tenga que quedar en la ruina. —desapareció del salón yéndose al despacho y cerró de un portazo. 

Giovanni estaba cansado que le repitieran lo mismo siempre, él era consciente de lo que dijo, pero no quería que se lo repitieran cada día. Se sentó en el sofá y cogió su móvil, marcó el número de su amigo Stefano pero no contestaba. 

Suspiró hondo y se recostó en el respaldo del sofá mirando al techo, con las piernas cruzadas y dando golpes con dedo corazón en la parte trasera del móvil. 

No dejaba de pensar en su bebé, en Carlotta, cuándo los encontrará iría a por ellos y los cuidaría. De pronto pensó en su amiga, la amiga que vivía con ella, ella se lo diría. 

—Os encontré. —dijo con una sonrisa. 

Salió del despacho y sin hacer caso a Carina ni a Mariano subió las escaleras, se cambió de ropa y salió de la habitación. Cuando estuvo abajo su hermano y cuñada le miraron confundido. 

—Anderson, que preparen el Jet para dentro de una hora. — le dijo Giovanni a su escolta. 

—Si, señor. — el hombre cogió el móvil y empezó a dar la orden. Su hermano se acercó a él. 

—¿A dónde vas? —dijo Mariano. 

—Pensar lejos de aquí. — mintió, no quería que avisarán a Carlotta. 

—¿Es por lo que te hemos dicho? — Giovanni negó. 

—Necesito olvidar y despejarme. — volvió a mentir, Mariano solo asintió. Giovanni sin decir adiós salió de la mansión y se metió en el todo terreno negro y su escolta salió de allí rumbo a la casa de su amiga. 

Cuando llegó al departamento, llamó a la puerta, poco después Estefanía abrió la puerta. Ella abrió sus ojos como platos al ver a Giovanni... 

—¿Qué hace usted aquí? Carlotta no está. — intentó no sonar nerviosa.

—Sé que ella no está, vengo a hablar contigo. —dijo serio. 

—¿Qué quiere de mi? — dijo con miedo, Giovanni entró en el piso y ella cerró. 

—De ti nada ¿Dónde está Carlotta? — preguntó por las buenas. 

—No lo sé, ella se fue sin decirme nada. —mintió. Giovanni sacó su arma que tenía detrás de espalda y la apuntó. 

—Tienes 3 segundos para decirme dónde esta. — dijo poniendo su pistola en la frente de ella. —1... 2... 

—Esta en Milán. —dijo finalmente la chica. —Te pondré su dirección en un papel. 

Cuándo la chica le dio el Papel con la dirección de Carlotta. 

—Más te vale que sea su dirección, si no vuelvo y te hago a trozo y luego haré que mis perros se lo coman. — la amenazó, ella asintió. Salió de la casa y volvió a montar en el auto 

Cuándo llegó al Jet, salió del auto y subió al avión, se sentó, y una azafata que lleva enamorada de él desde que lo vio hace dos años, pero él ni caso la hacía. 

—Señor, ¿desea algo de tomar? — dijo la chica. 

—No, grazie. —dijo serio sin mirarla. 

Cogió su tablet y se entretuvo mirando cosas de ahí. 

*************** 

Milán: 

En Milán, Carlotta estaba en la sala de espera, hoy tenía nuevo chequeo, mientras esperaba, tocaba su pequeño vientre. Su bebé estaba ahí creciendo dentro de ella, admitía que hablar con Giovanni le erizo la piel. Tenía miedo que él la encontrará y la hiciera daño. 

La doctora la llamo y ella se levantó, caminó tras la mujer hasta la consulta. 

—¡Buenos días! ¿Preparada para ver cómo va su bebé? — dijo amable la doctora. 

—La verdad, si. — dijo Carlotta con una sonrisa. 

—Bien, pues túmbate en la camilla y levanta tu camisa para empezar con la ecografía. — así hizo ella, se levantó y fue hasta la camilla, levantó su camiseta dejando su plano vientre al aire. La doctora se puso a su lado, le echó gel en el vientre paso la máquina por ella. En la máquina se veía una cosita pequeña que crecía aún más. —El bebé está bien, crece sano, la medida esta bien y su corazón va perfecto. Esta llegando casi a los dos meses así que todo bien, Carlotta. —Carlotta con una sonrisa asintió. 

La doctora le dio la ecografía de su bebé y salió de allí, se metió en su auto para ir a la casa de sus padres, donde llevaba viviendo una semana. Cuándo llegó, salió del auto y entró en casa, no había nadie, sus padres trabajaban así que estaba sola en casa. Fue a la cocina y dejó el informe médico encima del mueble de la cocina. Tenía hambre así que abrió la nevera, cogió tomate, lechuga, atún lo puso en el mueble y empezó a prepararse una ensalada. Salió de la cocina y se sentó en el sillón, cogió el mando y encendió la televisión, empezó a cambiar de canal, hasta que veo una película, "Harry Potter" empezó a verla mientras comía. Ahora comía de más, dormía más, cada día su vientre crecía. 

Siempre pensaba en cómo sería esta vida junto al Giovanni, si hubiera aceptado al bebé. Viendo películas juntos, comiendo juntos. No estaba enamorada pero si le gustaría tener esa faceta de familia. Pero no fue así. Cuándo ella escuchó esas palabras envenenadas de Giovanni rechazando a su hijo, se fue de allí. Dejando a su amiga, Sicilia y el trabajo. 

Cuando terminó de comer, se tumbó en el sofá con un cojín debajo de su cabeza, en cuestión de segundos se quedó dormida. 

*************** 

Cuándo despertó, aún era de día miró la hora y marcaba las 14:00, se levanto del sofá, subió las escaleras hasta su habitación y se puso algo mas cómodo, se puso un vestido negro y unas sandalias. Salió de la habitación y llamaron al teléfono, casi corriendo fue a contestar. 

—Casa Rizzo. —dijo ella al contestar. 

—Hola, hija. ¿Cómo estás? — dijo la dulce voz de su madre. 

—Bien, mamá. —respondió amable.

—Me alegro, cariño. Te llamaba para decirte que llegaremos tarde a casa, cenaras sola, tenemos una cena de negocios y no podemos negarnos. —dijo la mujer. 

—Tranquila, mamá, estaré bien. Pasadlo bien, os quiero. —dijo colgó. 

Fue a la cocina a prepararse algo de comer, pero el timbre sonó, caminó hasta la puerta y abrió. Un hombre rubio, ojos azules, fuerte y con traje negro estaba enfrente de ella. 

—¿Usted es Carlotta Rizzo? — dijo el hombre, ella asintió. El hombre la cogió como un saco de patatas y la llevó hasta el auto, ella le golpeaba pero el hombre ni se inmutaba. 

—¡Suéltame maldito desgraciado!— gritó ella, el hombre la metió en el todo terreno y cerró la puerta, ella daba patadas a la puerta y al cristal pero estaban brindadas. Carlotta no sabía que mas atrás del auto, había a alguien observándo una graciosa escena de ella golpeado la puerta. —¡Abre la puerta, perro sarnoso! —volvió a golpear la puerta. 

—Por mucho que des patadas al cristal, jamás se romperán, están brindadas. — dijo una voz ronca que a ella la hizo quedarse como una estatua, esa voz ronca y varonil era de él. Giovanni, él la había encontrado. Carlotta lentamente y temblando, se giró donde provenía esa voz, sus miradas conectaron. —Ciao, cara! 

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