05: De vuelta a Sicilia

Carlotta sabía que él la iba hacer daño o eso creía. El miedo la hacía temblar, el volver a tenerle cerca le enfriaba la sangre, miedo a que hiciera daño al bebé. 

—Giovanni, te lo suplico no me lo arrebates. — suplicó ella llorando. 

—No lo voy hacer, Carlotta. —dijo serio —Sólo quiero ver a mi hijo crecer y se vuelven conmigo. — ella se negó, no iba a volver, ni en sus sueños. 

—¿Para qué quieres qué vuelva?— preguntó ella. 

—Ya te lo he dicho, quiero ver crecer a mi hijo. —repitió. 

—¿Cuándo dejó de ser un bastardo o un mocoso? — dijo enfada, el suspiró, otra vez le venían con el mismo asunto. 

—Sé que lo que dije no tiene perdón, pero me importan y mucho y ahora deja de hacer preguntas, porque tomaremos un avión. — dijo Giovanni con una sonrisa. 

—No me iré contigo. — dijo firme. 

—No era una pregunta, principessa. — dijo. —Arranca. —le dijo a su escolta. 

Durante el camino hacía Jet, ambos se mantenían callados, ninguno pronunciaban palabra alguna. Giovanni la observaba de vez en cuándo, ella lloraba, se había ido para mantener a salvo a su hijo de él, pero la encontró. 

«¿Y si de verdad quiere a su hijo?» pensó ella. 

Él sólo quiere recuperarlos y lo iba a conseguir, ya estaban con él y eso al italiano le gustaba. Quería su perdón y no descansaría hasta tenerla, quería ver crecer a su hijo. 

Cuándo llegaron al Jet, Giovanni bajo del auto y lo rodeó para abrí la puerta a Carlotta. Ella bajó, se quedó parada mirando el avión. 

—¿Te vas a quedar ahí parada? — preguntó él. 

—No me quiero ir contigo, no me puedes obligar. — dijo sería.

—¿Caminas tú sola o te llevo.? —dijo ya cansado por su genio, ella lo miró retándolo con la mirada. Él asintió y se agachó para cogerla, pero ella se separó.

—Ya camino sola. — dijo yendo al Jet, él solo sonrió. 

Cuándo ella entró al avión se quedó paralizada, el ver como era por dentro. Era color caoba, los asientos de cuero color blanco, unas mesitas redondas en medio de ellas. Caminó hasta sentarse y miró por la ventanilla. Giovanni se sentó en frente de ella y la miraba.

—Sé que esto no te agrada. — dijo él rompiendo el silencio. —Pero tengo derecho a conocer a mi hijo. 

—¿Derecho? Hace unos días dijiste que esté bastardo no te importaba. — exclamó ella y él la fulminó con la mirada. 

—Me importa, es mío. Te recuerdo que yo puse la semillita en tu útero, principessa. Los bambinos, no vienen por obra divina. —respondió, ella le iba a contestar, pero fue interrumpida por la voz de una mujer.

—¿Desea tomar algo, señor?— preguntó la chica mirando  a Carlotta. 

—Si, un copa de whisky y tú amore, ¿Qué quieres? — la miró con burla. 

—Que te mueras. — escupió con rabia y él solo sonrió. 

—Para ella agua del tiempo. —la chica asintió, la azafata sabía que esa mujer no amaba a Giovanni. —¿Puedes comportarte como una mujer adulta? 

—Te haré la vida imposible. — advirtió ella, él volvió a sonreír. 

—Estaré preparado. —ella le saco la lengua. —Que madura. 

El avión despegó rumbo a Sicilia,  Carlotta a los minutos se quedó dormida. Él la observaba como dormía, se veía tan indefensa y adorable. 

************** 

Cuándo aterrizaron, ella seguía durmiendo, Giovanni no quería despertarla así que la tomo en brazos. Salió del avión con ella en brazos y si cabeza en su pecho. La azafata que lo veía todo, sintió envidia, tanto deseo ser ella. Pero jamás él la miró, jamás la vio como mujer. 

Cuándo llegaron a la mansión, el portón fue abierto. Giovanni salió del coche y cargó de nuevo a Carlotta en sus brazos. Desde que esta embarazada dormía como una marmota y tenía el sueño pesado. En brazos con ella, entró en la mansión, su hermano al verle con Carlotta en brazos, se imaginó lo peor. 

—¿La secuestraste? — preguntó Mariano. 

—No, se quedó dormida, solo eso. — respondió serio, Giovanni subió las escaleras hasta su habitación. Con cuidado abrió la puerta y caminó hasta su cama, la acostó y la quitó las zapatillas. Salió de la habitación para dejarla descansar, volvió al salón, dónde su hermano le esperaba. 

—Ahora dime ¿cómo la encontraste? — dijo Mariano levantándose del sofá. 

—Tengo mis remedios y mis métodos, Mariano. — dijo caminando hasta el despacho, abrió la puerta y entró con su hermano siguiéndole. 

—La obligaste a venir, ¿verdad? — preguntó cerrando la puerta. 

—Si, Mariano es mi hijo y tengo derecho a conocerlo les guste o no. — su hermano sonrió al escuchar eso. —Les cuidaré con mi vida. 

—Me alegra oírte decir eso, pero una cosa. Si la haces daño yo mismo la saco del país y no la vuelves a ver. —dijo serio Mariano y salió del despacho. 

Cuándo Mariano salió y dejó solo a Giovanni, él se sirvió una copa. Estaba feliz porque los tenía de nuevo, junto a él y nada ni nadie los separarían de él. 

Carlotta despertó y vio que no era su habitación, luego los recuerdo volvieron a su cabeza y sabía que estaba en casa de Giovanni. Se levantó de la cama, descalza caminó hasta la puerta y abrió. Caminó por el gran pasillo hasta ver unas escaleras que bajaban. Sus pies notaban el frío suelo de mármol. Cuándo bajo vio a Mariano sentado leyendo el periódico, él alzó la vista la vio. 

—Hola, dormilona. — dijo con una sonrisa —¿Cómo estás? 

—Bien, grazie. —dijo tímida. 

—Giovanni esta en el despacho. — dijo él. —Por si quieres verle o hablar. —ella negó, no quería verle. 

—No, lo tengo es hambre y mucha. —dijo avergonzada. 

—Normal, mi sobrino estará hambriento. —dijo amable. 

En ese momento Giovanni apareció serio, un poco despeinado y con sus brazos fuertes a la vista. 

—Hola ¿cómo has dormido? —dijo sentándose a su lado y ella se apartó. 

—Bien. —dijo fría. 

—Vamos a cenar en un rato. —ella asintió. —Ve a darte una ducha. 

—No tengo ropa aquí, Giovanni. — respondió. 

—No te preocupes por eso, mi esposa te dejará algo. —dijo Mariano,  ella se levantó y subió a la habitación. 

Carlotta se metió en la ducha, dejó que el agua la mojara. Ella sabía que iba a tener una nueva vida, un comienzo, vivir con el padre de su hijo. Toco su vientre y sonrió. Ahí estaba su bebé creciendo día a día, iba a ser mamá y tenía que estar bien por él o ella. No ama a Giovanni, vivir con él iba ser un infierno lo bueno de todo es que tiene a Carina que se ha convertido en su amiga y a Mariano que la cuida de su hermano. 

Cuándo terminó de ducharse, se puso una toalla enredada en su cuerpo, con el pelo mojado salió del baño. Momentos después apareció Carina con ropa y la sonrió. 

—Te he traído esto, es lo más cómodo que he encontrado. Mañana iremos de compras para comprarte ropa y dentro de nada tendrás que usar ropita de premamá. — dijo Carina con una sonrisa. 

—Muchas gracias, Carina. —agradeció Carlotta. —Pero no tengo dinero para comprarme nada, no me dio tiempo a coger mis cosas.

—No es nada y por el dinero no te preocupes. Giovanni seguro que te dará una tarjeta de crédito para tus gastos, pero mañana invito yo, así le compro algo a mi sobrinito o sobrina. — dijo tocando su vientre. 

—Gracias, pero no le pediré dinero a ese cabrón. —dijo refiriéndose a Giovanni, Carina se rió. 

—Bueno, vístete y baja. —salió de la habitación para darla privacidad. 

*********** 

En el salón estaban Giovanni, Mariano y Carina esperando que bajara Carlotta, la cena ya estaba lista solo faltaba ella. 

—Mañana me llevaré a Carlotta de compras. — dijo Carina.

—Me parece perfecto, cariño. — respondió su esposo. 

—Mañana le pediré una tarjeta, para sus gastos. —dijo Giovanni.

—Eso mismo la dije, pero me respondió, "que no quería nada de ese cabron" o sea de ti. — dijo ocultando una sonrisa. 

—¿Me llamó cabron?—dijo sorprendido, Mariano se carcajeó.

Escucharon pasos y sabían que eran de Carlotta, los tres se levantaron y la ropa que le dejó Carina le quedaba bien. 

—Te queda bien mi ropa. — dijo la mujer con una sonrisa. 

—Si, muchas gracias. —volvió agradecer. 

—Vamos a cenar, ese bebé necesita alimentarse. —dijo Mariano. 

Giovanni la cogió de la cintura y ella le apartó de un manotazo, se miraron unos segundos y se sentaron en la mesa. Carlotta notaba la mirada de Giovanni puesta en ella todo el tiempo, él a prometido ganarse su perdón y eso haría.

—¿Carlotta cuándo tienes la próxima ecografía? — preguntó Carina. 

—Pues en un mes, pero sería en Milán. Pero como estoy aquí, pues tengo que pedir cita con un médico de aquí. — respondió ella. 

—Te meteré en la privada. — dijo serio Giovanni. —Tendrás más atención que la pública. —Ella no respondió, pasó de discutir.

—Pues pide cita, me encantaría ir y ver a mi sobrino. — dijo feliz Carina. 

—Por supuesto, iremos las dos. Pero no sé si... éste. — Señaló a Giovanni con desagrado. —Querrá venir. —dijo mirándole, él alzó mirada y la miró feliz «¿ella quería que fuera?»

—Claro, me encantaría. — respondió él feliz. 

Durante la cena hablaban de todo, entre risas, bromas. Por primera vez Carlotta se sentía cómoda en una casa que no era suya, con Mariano y Carina se llevaba bien, pero a Giovanni no quería verlo ni en pintura. Cuándo acabaron de cenar, ya se disponían a levantarse de la mesa. 

—Mariano y yo tenemos que irnos a solucionar unas cosas, no creo que venga a dormir.— le dijo a Carlotta, ella arruga su ceño. 

—¿Y por qué me estás informando? No me importa donde vayas. Sólo eres el padre de mi hijo, no me tienes que dar explicaciones. — dijo ella. 

—Está bien, te veo fuera Mariano. — dijo Giovanni con dolor, el sabía que tener el perdón de ella le iba a costar mucho. Que no la importará que llegará, o no eso le dolió. 

Cuándo los hombres se fueron ella se sentaron en el sofá a ver una película juntas. 

********* 

Por otro lado, Mariano y Giovanni, estaba con un hombre que estaba atado, golpeado y con sangre derramando por su cara. 

Giovanni se acercó al hombre. 

—¿Vas hablar? —dijo golpeándole en el estómago. —¡Habla! 

—Yo solo fui contratado para robarles la droga, nunca nos dijo su nombre. — dijo el hombre con dificultad. 

Giovanni no espero más cogió su arma y le pegó un tiro en la boca, haciendo que la sangre del hombre le salpicara. Giovanni con si antebrazo se limpió la sangre que tenía en la cara. 

Desde hace un mes, alguien les está robando la droga y todo el cargamento. Giovanni y Mariano, buscan al culpable, sus hombres se encargaban de deshacerse del cadáver, mientras los hermanos volvían a casa de pues de unas horas fuera de ella. 

Giovanni necesitaba una mujer y urgente pero sabía que si hacía algo estaría mas alejado de Carlotta, pero como ella dijo, «no tienes que darme explicaciones» a ella realmente no le importaba Giovanni, después de todas esas amenazas no lo iba a perdonar tan fácil. 

—Tú ve a casa, yo voy al club un rato. — dijo Giovanni, mariano solo asintió. 

—Así no te ganarás su perdón, Giovanni.— le aconsejó su hermano. 

—Ella no soporta estar cerca de mi, mariano. ¿Qué hago? ¿Dime? —dijo desesperado. 

—No lo sé, por ejemplo reformar la habitación de tu bambino, para darle una sorpresa.— le dijo Mariano.

—Aún no sabemos lo que será. —dijo serio. 

—Pues decóralo de un color que valga para ambos sexos. — Giovanni sonrió, abrazó a su hermano. —¿Vuelves conmigo a casa? 

—Si. — dijo y se montaron en el auto. 

Cuándo llegaron a la mansión, todo estaba oscuro, sólo estaban despiertos sus hombres en cada esquina de la mansión. Mariano se fue con su mujer y Giovanni entró sigilosamente a su habitación, que ahora era de Carlotta. La vio durmiendo y sonrió como un bobo, se acercó a ella y posó su mano en su vientre. 

—Perdonarme por las horribles palabras que salieron de mi boca, mi bebé. Perdona a papá por su inmadurez,  aún no has nacido y ya te quiero. — dijo Giovanni hablando con su bebé, lo que no sabía es que Carlotta le estaba escuchando. —Me ganaré vuestro perdón y el de mami también. 

Se levantó y salió del dormitorio, se fue donde él dormiría ahora. Se quitó su traje y se metió en la cama. 

—Ti amo, bambino. — susurró mirando al techo y pensando en su hijo. 

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