Amenazado por el amor de mi vida.

Jarli apartó la mirada y decidió caminar con Amanda hacia las afueras de la habitación, dejándola a solas con Rodolfo. Inmediatamente, Rodolfo tomó el bolso que traía Jarli y decidió abrirlo. Dentro había una exquisita comida y un par de manzanas. Rodolfo acercó la comida hacia Debora, quien no pudo evitar notar lo bien presentada y apetitosa que se veía. Pero a Debora no le importó esa comida; apartó su cara con un gesto de asco y le dijo a Rodolfo:

—No quiero esa sucia comida, y mucho menos que venga de ese maldito hombre —dijo, con el dolor de su alma, aunque le costara maldecir a su esposo. Pero era lo que sentía en ese momento. Cerró sus ojos, intentando alejarse de la realidad y no recordar las despiadadas palabras de Jarli, quien la había llamado miserable.

—Debes comer, mira cómo están tus ojeras. Estás un poco pálida —dijo Rodolfo, preocupado por ella. Sin que Debora se lo pidiera, Rodolfo tomó la comida y la desenvolvió cuidadosamente, acercándola al rostro de Debora. Las tr
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