Ambos habían decidido dormir como un día antes. Arya estaba segura de que no estaba segura para dar un paso para la intimidad, y aunque el beso había sido profundo y hermoso. Ayden había logrado mantener su distancia.
Por la mañana, cuando ella despertó, él ya estaba tomando café en la cocina.
—Buen día, dormilona —saluda Ayden acercándose a ella para darle un beso en la frente.
—Buen día —dice estirándose—. ¿Y Aryehn? No lo vi en su recámara.
—Está en el jardín, fue a darle “desayuno a las plantas” Es toda una alma vieja —comenta Ayden—. ¿Ya sabes cómo decírselo? O quieres que yo se lo diga.
—No… aún no —declara ella.
Arya busca en el refri y encuentra huevos y tocino.
—Haré algo de desayuno, ¿te esperas o debes irte? —pregunta ella porque no sabe su itinerario.
Ayden revisa su reloj y luego su teléfono.
—Tengo tiempo. Dime en que te ayudo —se ofrece sonriendo.
Ambos se dedican a preparar el desayuno, están por terminar cuando entra Sebas con Aryehn.
—¡Buenos días, Arya! —saluda el a