Samantha
Hoy me siento más animada, a pesar de todo lo acontecido ayer… en especial en el supermercado con ese miserable de Arturo. Admito que no dormí nada. Me despertaba a cada rato, sobresaltada. No sé si Cristian lo notó, pero la verdad es que no estaba en condiciones de prestarle atención. Solo sé que cerraba los ojos y al poco rato los abría otra vez, con el corazón latiendo a mil. Incluso tuve pesadillas horribles con ese hombre.
Y aun así me siento bien. Extrañamente bien.
Cristian y yo nos despertamos bastante tarde. Ya pasaban las doce del mediodía cuando abrí los ojos y lo vi ahí, a mi lado, tan mío. De inmediato coordinamos cómo sería lo que quedaba del día: él pasaría unas horas en la veterinaria, luego volvería a casa para preparar las maletas y comprar los vuelos. Yo iría a casa de Rossy a recoger mis cosas y elegir qué me pondré para la cena.
Les conté a las chicas por mensaje lo que iba a hacer. Se sorprendieron, claro, pero al final aceptaron mi decisión.
Después de