Reconciliación.
Martín se encontraba en su oficina, la luz del sol se filtraba a través de las persianas, creando un ambiente cálido y acogedor. Sin embargo, su corazón estaba helado, atrapado en un torbellino de emociones.
Frente a él tenía los resultados de la prueba de ADN, un sobre que parecía pesar toneladas. Aún no lo había abierto, pero la ansiedad lo consumía.
Finalmente, con manos temblorosas, decidió que era hora de enfrentar la verdad. Abrió el sobre y comenzó a leer el resultado, cada palabra resonaba en su mente como un eco ensordecedor. Entonces, su mundo se puso de cabeza.
La revelación lo dejó aturdido: Irene, la mujer que lo había criado, no era su madre biológica. La verdad, que había permanecido oculta durante años, ahora se revelaba con una claridad desgarradora.
Se sentó en su escritorio, rodeado de documentos y fotografías familiares, y repasó mentalmente todo lo que había creído que era su mundo. La decepción lo invadió como una ola implacable. ¿Cuántas veces había pensado qu