Por Gastón
Llegué con Camila antes que Delfina cerrara el salón.
La ayudé a apagar todo.
Apenas subimos, ella se fue a bañar y como Camila estaba viendo un dibujito en la televisión, me metí en su dormitorio, lo hice en el momento en que ella salía del baño.
-Delfi…
Le digo acercándome y buscando su boca.
Mis manos buscaron debajo del toallón que envolvía su cálido cuerpo.
Profundicé el beso.
La tenía a mi merced, desnuda y entregada.
-Papi.
Escuchamos la voz de Cami, Delfi volvió a cubrirse justo a tiempo con el toallón.
Yo di un paso atrás.
-A esto me refiero cuando te pido perdón.
-No seas injusto.
Me contesta Delfi.
Yo salgo para que ella se termine de cambiar.
Cuando ella salió del dormitorio, yo había comenzado a preparar la mesa.
La miré y realmente me embargó una felicidad plena.
-Sos la mujer de mis sueños, la que de adolescente recordaba para…
Me callé porque iba a decir una palabrota.
-¿Para qué papi?
-Para…pedirle que sea mi novia.
-Papi hoy me dijiste que le ibas a pedir