El despertar de la Bella durmiente
Capitulo 11
Te enamoraste ¿no? p1
Hoy por fin me pude levantar de esta maldita cama de hospital, por suerte como dijo Val, la herida no fue tan complicada, pero si dolería como la m****a por un buen tiempo.
Ahora, voy camino a la unidad de cuidados intensivos, con el permiso de Val y después de haber tenido una conversación muy seria con ella y los demás doctores. Me sentía responsable de la señorita Daria y, mientras no despertara la señorita Vannah no habría poder sobre humano que me detuviera.
Si bien ese mal nacido la tenía bien cuidada no me cabía en la cabeza que la mantuviera esposada a la cama clínica, pero lo que nos dijo la doctora Sinclair me dejó pasmado.
¡Dios, si la pobre estaba en coma y el muy mal nacido había abusado de ella incluso así!
No aguanté y quise molerlo a golpes de nuevo, pero me tuve que conformar con la muralla. Cuatro puntos más, ahora en mis manos y y dos falanges fracturadas ¿Podría haber algo mejor?
Es que necesitaba transformarlo en mi saco de boxeo, pero mientras no me dieran el alta sería imposible.
-Prometo que pagarás cada una de las marcas que tiene la señorita Daria, maldito infeliz.
De la tal Luz supe al día siguiente, el detective Rodríguez le dio un certero disparo en el pecho y lo que ví ese día fue su cuerpo inerte después. No me apenaba por ella, pero tampoco era tan malo para no pensar que la sacó barata, se merecía ir a la cárcel como ese otro desgraciado.
Hoy, había sido un día espectacular, la señorita Vannah por fin había despertado y pronto se podría reunir con su hermana.
Así que antes que apareciera alguno de esos cotillas me escabullí hasta cuidados intensivos y le hablé.
Le conté que su hermana ya había despertado y que sería tía. Una risita cómplice salió de mis labios al decirle que era un secreto entre ambos y tomé su mano como cada vez que estaba junto a ella.
-Oye tú, te he dicho un millón de veces que está prohibido el acceso a acosadores de bellas durmientes.
Ese era el doctor Cicarelli, que me había pillado saliendo de la habitación de la señorita Daria.
-¡Maldición!-mascullé entre dientes y le di mi mejor cara-. Solo la estaba poniendo al día con los acontecimientos.
-Si, claro. Cómo no, pues toma- me lanzó una carpeta y yo lo quedé mirando dudoso -. Esto te servirá para seguir con su tratamiento. Y ahora vete a tu habitación, niño malcriado.
Desde ese día y hasta hoy, que ya han pasado casi ocho meses, vengo cada vez que puedo a verla. Val, la doctora Natasha y obviamente el cotilla del doctor Cicarelli son los únicos que saben de esto y no es porque no quiera contarlo a los demás, es que me da un poco de vergüenza que la señorita Vannah se entere que, en silencio, estoy visitando a su hermana. Ella ha sido tan buena conmigo y me ha apoyado mucho y debo decir que fue un placer haber sido su guardaespaldas. Aunque ahora, he vuelto a mi trabajo "normal" con los Scott, no dejo de cumplir con pasar una horita a ver a Daria.
Se preguntaran por qué lo hago ¿no? Pues en un principio ni yo lo sabía, pero era como si algo me arrastrara a ella, si no pasaba un rato a verla sentía que algo le iba a pasar.
Un día, estuvimos en un operativo apoyando nuevamente al agente Miles, "Ahora si me retiro" fue lo que nos dijo a mí y al agente Rodríguez y ambos negamos porque ya parecía cuento. Cuando terminamos ni siquiera me despedí de ellos y salí disparado hacia el hospital, lo que no esperaba era encontrarme con la jefa sentada leyéndole las noticias a Daria.
-A ti te quería ver- se levantó del asiento me miró a los ojos tomó mis orejas dándome un fuerte tirón y con esa voz dulce, pero imponente me dijo-. Agustín, no te negaré el acceso, desde ya te aviso que tienes mi autorización para cuidar de ella, mientras esté en el hospital, pero sé discreto, si Vannah se entera, no habrá poder en la tierra que te pueda salvar de una hermana mayor sobre protectora.
-Jefa, ¿A qué se refiere? Yo... Yo...
-Te enamoraste ¿no?
-¡No! No es eso jefa, es que la señorita Daria...
-¿No has probado darle el beso del amor eterno?
-¡No! ¡Qué dice jefa!- me mira con esos ojazos que siempre dicen te estoy pillando en la mentira, pero yo le mantengo la mirada-¡Diablos! Jamás podré ganarle en este juego ¿no?
Su risa contagiosa me termina de conquistar, ella se vuelve hacia la señorita Daria y le da un beso en la mejilla, para luego decirle algo al oído.
"Te estás llevando el premio mayor, así que despierta pronto jovencita"
-¡Jefa!
-Me voy, pero ya sabes- me indica con dos dedos de sus ojos hacia los míos y sale riéndo como si le hubieran contado el mejor chiste.
Suspiro un tanto nervioso y tomo asiento en la silla que está junto a su cama y, por ser diciembre, hoy seguiría leyéndole un cuento de navidad.
Acomodo su larga cabellera y sonrió al ver que hoy su semblante está más rosado y llenito. Fue lo mejor haberla encontrado y aquí en el hospital todos se desviven por ella, pensando que algún día despertará.