La limusina de Jacob me dejó frente a la casa, al entrar mamá y Alice estaban en la sala, ví la hora en mi teléfono y pasaba treinta minutos la medianoche.
–¿Qué haces despierta, jovencita? –pregunté a Alice –. Tienes clases mañana.
–Te estábamos esperando –respondió mamá en su defensa.
–Solo quería saber que llegarías bien –mencionó Alice.
–Ya estoy en casa, ahora ve a dormir y sin el teléfono sobre la cama –le advertí cuando iba subiendo las escaleras. Tenía la mala costumbre de vagar por internet antes de dormir y luego se quedaba con el teléfono en la mano.
Cuando desapareció por las escaleras, tomé lugar al lado de mi madre, estaba cansada por tanto trabajo y los pies me dolían.
–¿Y ese vestido?
Fue ahí cuando me percaté que no me había cambiado y aún sentía los labios hormigueando por los besos de Jacob, intenté ignorar las sensaciones en mi cuerpo.
–Ah, no es nada –comenté –. Nos dieron vestimenta a todos para el evento.
–Vestimenta para el evento sería como un uniforme