27: El más grande de los pecados

Abrió los ojos y giró la cabeza para mirar la silla donde usualmente Kaled vigilaba su sueño, pero no vio a Kaled, sino a Ricardo.

—Hola —le saludó su tío al verla despertar, sonriendo como si nada hubiera pasado.

Ante esta situación y débil como se encontraba, Diana sólo pudo fruncir el ceño y decir con rabia.

—Fuiste tú… siempre fuiste tú… Ahora entiendo porqué mis pecados se negaban atacarte: eres igual a ellos.

Ante la acusación, Ricardo se limitó a continuar sonriendo y a decir:

—Es… más complicado de lo que parece.

—¡¿Cómo puede ser complicado?! —gritó la devoradora reincorporándose un poco—. ¡Odiabas a mi padre! ¡Y mandaste a esa cosa a matarlo! ¡¿Pero por qué a mi hermana?! ¡¿Por qué

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo