Por su naturaleza como pecado, Amit apenas si era capaz de sentir cambios de temperatura… pero nada más escuchar esas tres palabras de boca de Daniel, y además verlo preocupado por la situación en la que se encontraban, la eidola pudo sentir algo de frío bajar por su espalda.
Mientras tanto, el devorador frente a los dos pecados sonrió y dijo:
—Vaya, vaya… ¿quién lo diría? Los pecados que estaba rastreando resultaron ser bastante especiales: dos eidolas. Podrían engañar a cualquier otro humano con su apariencia pero no a un ojo experto como el mío.
Daniel, apretando los puños gritó:
—¡Déjanos en paz! No queremos problemas.
Ante el pedido de Daniel, el devorador rió y dijo:
—¿Problema? Pero si ustedes ya tienen un problema: existen. Y yo tengo hambre. Los eidola son sólo un mito y aqu&iac