Colgué el teléfono y me dejé caer en el sofá, sintiendo cómo el peso de la situación me aplastaba. Había hablado con Arturo, y aunque su voz calmada me había reconfortado un poco, la realidad seguía siendo abrumadora. Romeo no me creía. O al menos, no del todo. Y no podía culparlo, era una historia descabellada.El teléfono volvió a sonar, y sin mirar la pantalla, supe que era Arturo. Lo había llamado apenas unos minutos antes, pero necesitaba escuchar su voz de nuevo, necesitaba asegurarme de que no estaba sola en esto.—Caroline —dijo él al otro lado de la línea, con ese tono sereno que yo estaba perdiendo —. ¿Cómo estás?—No muy bien —admití, pasándome una mano por el rostro—. Romeo no me cree, Arturo. O no del todo. Le mostramos las pruebas, le contamos todo, pero... no sé. Hay algo en su mirada que me dice que todavía duda.Arturo suspiró.—Es comprensible, Caroline. La historia es loquísima, ¿quién nos creería?, pero teníamos que decirle y con pruebas en la mano, porque ya luego
Desperté incómodo en el despacho, sabía que debía inventar una nueva excusa y moverme a alguna habitación, no podía seguir durmiendo en el despacho con la excusa de atender cosas del trabajo hasta altas horas de la noche.No soportaba ver a Caroline a la cara, al mismo tiempo la extrañaba mucho, me sentía perdido y desorientado.Había pasado un par de semanas más, no podía seguir durmiendo en el despacho e ignorando a Caroline, evitándola.No había nada que hacer, era una realidad innegable, me traicionaron o estaban a punto de hacerlo. Salí del despacho para ir a bañarme, a una hora que sabía que ella podía estar por allí, sin embargo, la encontré sentada en la cama esperándome, se levantó de prisa y se acercó a mí con ojos de angustia.—Buenos días, Romeo, ¿todo está bien?Le di la espalda y entré al baño.—Sí, me daré un baño y volveré al despacho.—¿Tomarás el desayuno allí?, Ximena te extraña en la mesa del comedor, yo también.Cerré la puerta del baño. Cerré los ojos y aspiré ai
En lo que cerré la puerta comencé a llorar, no pude evitarlo, Romeo parecía odiarme y que volviera a contratar a Valentina solo me lo comprobaba. Corrí hacia la cocina limpiándome las lágrimas, me sentí tonta, también confundida, sabía bien lo que pasaba y no me lo decía, Romeo me odiaba, ya no me quedaba alguna duda.Al llegar a la cocina me abracé a Ana y me dejé ir con un llanto desconsolado.—¿Qué pasó, mi niña? ¿Qué pasó, Caroline?—Romeo volvió a contratar a Valentina, ella volverá a esta casa, no sé qué le pasa a Romeo conmigo.Ana acarició mi rostro.—Todo va a estar bien, yo la voy a tener controlada, no te preocupes por nada, tú eres la señora de la casa.—No es como me siento.—¿Qué pasa?—No lo sé, creo que todo esto está mal, debo ver por mis hermanos, por mí misma, no puedo depender de alguien para que se ocupe de mí, estoy muy agradecida con Romeo, pero creo que esto no va a funcionar.—¿Qué dices?, no, pero, es solo Valentina, la tendremos bajo control.Negué con la c
Lloré por largos minutos, abrazada a Ana en su habitación, ella solo acariciaba mi espalda y me apretaba mi mano, no dijo una sola palabra y lo agradecí, su compañía era más que suficiente.—Viste, te lo dije, Ana. No me creyó, por eso mandó a Arturo lejos, debí suponerlo.—Debe estar tratando de calmar las aguas, no pienses cosas de más, asumir nunca ha sido bueno.—Me queda claro lo que piensa de mí, esto se acabó —respondí resignada.Se había acabado, lo sabía, tenía el corazón roto, estaba preocupada por mi futuro y el de mis hermanos, no había sido inteligente, solo una chica tonta que se enamoró y descuidó lo importante: la seguridad de sus hermanos.Debí suponer que su familia no nos dejaría en paz, yo no era nadie, él era muy importante.—Tengo que irme, Ana.—No, no digas tonterías, ¿A dónde irías?—Tengo que alquilar un lugar, debo conseguir empleo, algo debo hacer, fui muy tonta.—Ay, Caroline, mi niña, qué dolor verte así, de verdad, se supone que todo sería felicidad, creí
Lloré con amargura, encerrado en mi despacho, con el corazón roto, con las dudas atacándome, me di cuenta de que estaba dispuesto a perdonarla, que no me importaba si me había sido infiel, no la quería lejos de mí.Ella no lo aceptaba.Me quedé encerrado todo el día en el despacho, en la noche salí, visité a Ximena en su habitación, la encontré llorando.—¿Qué pasa, Ximena?—Se van a ir, Lucy me lo dijo, Caroline se portó mal y por eso se van, me lo dijo Lucy.—¿Qué?, no, no es eso, hija, no llores, son cosas de adultos, pero Caroline no ha hecho nada malo.—Lucy dice que sí, ¿mi tío Arturo se la robó?—No, esas son cosas de adultos, y no, Ximena, no opines de cosas que no sabes, hablé con Caroline, me dijo que seguirá haciendo que te juntes con Lucy.—Pero no va a vivir aquí, ni va a estudiar conmigo, se va Caroline, y ella me quiere, se va a ir, o es que no me quiere — dijo y se echó a llorar de nuevo sobre la almohada.—Hablaré con ella, conseguiré que no se vaya, te lo prometo ¿Es
Me encerré en mi despacho una vez más, esta vez con una mezcla de intuición que me golpeaba el estómago diciéndome que algo estaba mal, que ella no podría haberme hecho eso, y tampoco Arturo, me senté y miré las fotos de nuevo, ahí estaba la evidencia.Unas fotos, el reporte del investigador y las sospechas de Valentina, eso era lo que tenía.Tomé el teléfono y pedí a alguien más que hiciera un trabajo para mí, quería la confirmación de lo que ya tenía en mis manos, recordé a un investigador español con el que trabajamos en un caso de robo en una de las plantas fuera de la ciudad, no era de mi confianza, pero recordé que hizo un trabajo impecable.—Dígame, señor Scavo.—¿Me recuerda?—Por supuesto que sí, uno no trabaja con empresarios de su nivel todos los días.—Necesito un trabajo, pero requiero total discreción, y que venga a mi despacho, necesitaré hacerlo firmar algunos documentos.—Estoy a sus servicios, señor, claro que sí.—Le enviaré un avión mañana a primera hora, ¿podrá ve
Una semana después.Llevé a los niños a la escuela caminando, lo que me sirvió para distraer a Lucy con las cosas que veíamos en el camino, estaba muy triste y casi no quería comer, sabía que era por haberla separado de Ximena, no hablaba con Romeo, pero sí con Ana, y ellos estaban igual con la niña.Hablaba todos los días con Arturo, quien seguía dándome apoyo moral desde la distancia, y contaba con el de Esmeralda y Ana, debía sentirme feliz de tenerlos en mi vida.Cada día era un reto difícil de superar, tenía que hacer a un lado mis sentimientos, ignorar lo humillada y dolida que me sentía, para poder salir y dar la cara por mis hermanos, pero esa fue la lección que me dejó toda la situación: debía valerme por mí misma, no podía esperar depender de nadie, porque yo era la única persona con la que contaban mis hermanos.Comencé a ser más consciente, incluso con mi salud, empecé a cuidarme más, debía estar bien para ellos.Seguía estudiando, y trabajado en la universidad: atendía la
Sentí una punzada intensa en el pecho, pasé saliva. Sentí vergüenza de haber usado su seguro sin avisarle, pero era tarde, pensé en hacerlo en la mañana.—¿Están bien? —preguntó con tono de angustia.—Sí, Lucy presentó fiebre y la traje a la clínica, tuve que usar tu seguro, prometo pagarlo todo, pero no estaban recibiendo emergencias en el hospital más cercano y el otro estaba muy lejos, no quería que convulsionara.—No tienes que darme explicaciones, ni devolver nada, el seguro es para eso y ya estaba pago, me alegra que pudieras contar con eso, ¿Están en la clínica del centro, cierto? ¿Ya Lucy está bien?—Sí, gracias, estamos aquí, Lucy ya descansa sin fiebre, le harán algunos exámenes, quizás la pueda llevar a casa mañana mismo.—Están en la clínica aún, entonces.—Sí, está en observación.—¿Y Alan?—Aquí dormido en mis piernas. No lo podía dejar solo, y es tan maduro, ahora caigo en cuenta de que lo desperté e hice que me ayudara con Lucy como si fuera un adulto, es solo un niño.