Conversamos durante todo el camino, me hablaba de cosas que yo no conocía, se mostraba paciente y recordé aquella noche, cuando lo conocí, estaba de bastante mal humor, había aprendido a ver una cara suya diferente.
Recibió una llamada de Mason.
—Entendido —respondió y colgó. Me miró —, ya están ubicados, dos de mis hombres de seguridad están con ellos para evitar cualquier situación indeseable.
—Gracias a Dios, ojalá todo salga bien.
Le indiqué que ya debíamos bajarnos.
Me eché a reír y él se quedó viéndome con gesto divertido.
—¿Qué pasó?
—Me da mucha vergüenza, hay que caminar como cuadra y media hasta su casa.
Alzó los hombros y me sonrió.
—Soy un hombre joven, Caroline, puedo caminar, estamos cerca de casa.
Caminamos entre risas hasta su casa, me miraba de vez en cuando y reía sin decir nada, mis manos temblaban, le sonreía también, era como si no pudiéramos dejar de vernos, durante el camino a casa me explicó por qué eligió esa casa tan amplia y alejada.
—En casa la prensa me