—¿Sergio? —repite y se ríe. —Mi hijo no sabe que soy su mamá, él cree fielmente que se crió solo, salió de mí.
—Te adora.
—Sí, como a una estatua. Jamás voy a escuchar a alguno de mis hijos, contarme un problema.
—Esa es la meta —Ella se ríe.
—¿Cómo va el tratamiento?
—Sergio tiene unos nadadores potentes, así que vamos a iniciar en enero con una ronda de IVF ver que tal, mis óvulos son sanos para una mujer de “mi edad”.
—El tratamiento de fertilidad está diseñado para humillar a la mujer. Yo me hice un tratamiento y nacieron los gemelos, mira qué guapos y se portan tan bien—Las dos reímos. —Cuando ocupes berrear porque las tetas están hinchadas y no hay bebé puedo servirte una copa extragrande de vino.
—Me encantas, cualquier día de estos paso.
Mi suegra y yo vamos a pagar la cuenta y regresamos a la sede de campaña. Sergio y los niños tienen un montón de animales a los que están cuidando, veo a la tía Priscila, impresionada con la cantidad de animales y con un conejo en la man