Capítulo 32. Sintonía

Bruno lanzó su cabeza hacia a atrás mientras la rubia hacía lo que más bien se le daba: el sexo oral. Ella estaba dispuesta a pasar una segunda noche con el billonario que había llegado a la ciudad, había escuchado por las demás chicas su adicción al sexo y a otros fetichismos. Al sentir el líquido tibio en su boca, se retiró y sonrió al ver al hombre satisfecho. 

―Buen trabajo. ―dijo Bruno jadeando, era adicto a la sensación que daba al llegar al orgasmo, sentía su piel erizarse hasta llegar a un dolor tan placentero que se hacía adicción, ver a la mujer arrodillada a sus pies, era un plus que nunca dejaba de gustarle. ―Ya puedes irte. ―notó la decepción en los ojos de la rubia. ― ¿Qué es lo que esperas? ―la mujer decepcionada de sí misma, tomó sus ropas y se marchó del lugar. Bruno caminó con las

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