Ava Gray se encuentra en una encrucijada, dejar de ser "La chica del call center" por el trabajo de asistente de un hotel muy importante fuera de la ciudad de New York, sabe que podría mejorar su limitada economía, incluso llenar su refrigerador y pagar facturas a final del mes, pero cuando va a la entrevista, las campanas de alerta suenan dentro de su cabeza, siente la necesidad de huir, pero es impedido por aquel hombre, el billonario del club. Bilogía #ElBillonario Tiene segunda temporada, la encuentras en este libro y en otro aparte, con las mismas actualizaciones.
Leer másAva cruzó el bosque como pudo, tenía su ropa rasgada, con marcas en su piel por una lucha por defenderse, sus uñas estaban en su mayoría rotas, solo tenía un zapato puesto, el otro, no supo en que momento lo había perdido y en ese momento lo único que tenía que hacer, era alejarse.
Cuándo llegó a su cabaña en aquella parte de las afueras del pueblo, sabía que tenía que huir, la habían visto con ese hombre y sin duda, esparciría el rumor de que la hizo suya, que ella había cedido a entregarse a él sin chistar, por la mañana, sería la comidilla del pueblo, sus padres se avergonzarían de ella, ningún vecino hablaría con ellos por tener a una hija fácil. ¿Qué sería más fácil en estos momentos? Irse. Evitarles problemas, aunque nunca le dio una señal de alguna intención más allá de solo ser su guía de turista por el lugar, sabía que debió de haber cuidado más su imagen, siempre le decían sus padres que tenía que dejar de ser amable con los extraños, que uno nunca sabía las intenciones que tenían, pero a ella le gustaba entablar conversaciones y le emocionaba conocer gente que venía de la ciudad, pero esta vez, había sido distinto.
Ava se metió a bañar rápidamente para quitarse el lodo y el resto de la suciedad que tenía, el cabello castaño se adhirió a su pálida piel, sus ojos estaban rojos por tanto llorar, aun sus manos temblaban por el miedo y en su cabeza se repitió una y otra vez las imágenes de ese momento. ¿Por qué tuvo que pasarle a ella? Tanto que cuidaba de sí misma, se había independizado hace un año, tenía un trabajo estable, tenía amigos, le gustaba el lugar dónde había crecido, ahora tenía que dejarlo todo por un hombre que mancharía sin duda su vida; Al salir de la ducha, se cambió a toda prisa, encontró una maleta deportiva y empacó lo que pudo, mientras estaba haciendo todo eso, se detuvo al escuchar el toque de su puerta, se tensó y buscó el objeto más cercano con el que pudiese defender, escuchó su nombre a lo lejos, pudo distinguir que era Alice, su mejor amiga, tocaba más fuerte, así que Ava corrió a la puerta y al abrirla, se encontró con ella, con el rostro cargado de preocupación. Al ver a Ava como estaba, se alertó.
― ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estabas? El grupo ha llegado a excepción de ti, ―Alice la miró detenidamente. ― ¿Qué ha pasado, Ava?―Ava se negó a contarle por temor.
―Nada, es solo que no me sentía bien, ―se aclaró la garganta en intentó cortar la visita, pero su amiga sabía que algo no estaba bien.
―No te atrevas a mentirme, Ava Elizabeth Gray, soy yo, Alice, ―ella empujó la puerta para poder entrar, entonces vio el desorden en el pasillo que daba a la habitación de su amiga. ― ¿Y ese desorden?―preguntó, pero Ava no respondió rápidamente, necesitaba una excusa para que se fuese.
―Estoy arreglando mi habitación. ¿Podemos hablar mañana? No me siento bien. ―Alice se volvió a su amiga.
―Has llorado, ¿Por qué? Si te sientes mal, ¿Por qué es que estás arreglando? No concuerdan tus respuestas. ―Alice se cruzó de brazos y no le quitó la mirada de encima.
―He llorado de la emoción por una noticia, me voy a New York, me llamaron hace una hora atrás, por eso es que me he venido a la cabaña, ―mintió Ava.
Alice levantó ambas cejas con sorpresa, sabía que Ava tenía ilusión de vivir en la ciudad de New York, pero eso estaba a muchas horas de distancia desde el pueblo, tenía que tomar dos trenes, de ahí llegar al aeropuerto y tomar un avión para llegar.
― ¿Se lo has contado a tus padres?―Ava negó.
―Lo haré en un rato más…
―Esto es inesperado, Ava, ¿Cuándo es que tienes que irte?
―Mañana por la mañana. ―dijo intentando de esquivar la mirada de curiosidad de su amiga.
―Bueno, te deseo lo mejor, llama cuando llegues a la ciudad, ¿Si? ―Ava asintió a toda prisa, se dieron un fuerte abrazo y luego se despidieron. Ava al cerrar la puerta, volvió a llorar, retomó lo que dejó pendiente y escribió una carta, algo corta pero diciendo lo necesario. Salió de la cabaña a toda prisa cargando su maleta, el dolor de su cuerpo era el recordatorio de lo que pasó hace un rato atrás en el bosque. Mientras caminó por el largo sendero que la llevaría a la entrada del pueblo, pensó detenidamente lo que tenía que decir y hacer, si se negaban a dejarla ir, haría lo que fuese para evitarlo.
Su madre estaba abriendo la puerta de la casa cuando vio a su hija subir los escalones de madera.
―Ava, ¿Qué haces aquí? ¿No estabas trabajando?―ella sonrió débilmente a su madre, Al ver que su hija no decía más, su corazón se agitó. ― ¿Qué pasa? ―la inspeccionó de pies a cabeza y entonces se dio cuenta de la maleta. ― ¿A dónde vas con esa maleta?
―Tengo que irme, me han llamado de New York. ―su madre abrió más sus ojos con mucha sorpresa. ―Y tengo que irme ahora.
―Eso es precipitado, hija, tu padre no ha llegado de la mina, ¿Desde cuándo es que estabas buscando irte del pueblo? ―su madre sintió que Ava estaba ocultado algo.
―Tengo que irme ahora. ―Ava se acercó, sacó el sobre de su abrigo y se lo entregó.
―No puedes irte ahora, espera a que llegue tu padre, hija.
―No puedo esperar más, tengo que irme. ―dejó la maleta para acercarse a su madre que aún seguía pensando en la idea de que su hija mayor se iría del pueblo, era la primera vez que saldría del lugar dónde nació y se crio. Temió que esta decisión afectara su vida en un futuro. El abrazo era cálido, pero para Ava, fue lo más difícil que podía haber hecho. Al separarse le sonrió a su madre para tranquilizarla.
―Has llorado…―susurró su madre, sus dedos acariciaron sus mejillas. ―Espero que sea de la emoción y no por otra cosa.
―Tengo que irme, me comunicaré con ustedes en cuanto llegue. ―ella asintió rápidamente.
― ¿No puedes esperar a tu padre? ―Ava negó, él sería el principal en amarrarla a una silla para evitar que se fuese.
―Dile que estaré bien como hasta hoy, dile a Frank que lo amo. ―dejó un beso contra su frente y luego se fue, tiró de su maleta y no volvió a mirar atrás.
Alice y Oscar habían tomado un vuelo a Hawái donde disfrutarían su luna de miel e intentarían buscar a su primer hijo. Amelia, Sarah, Arnold y unos amigos cercanos, se habían sentado en una de las mesas de la boda, ya muchos invitados se habían marchado y en sí, quedaban solo la familia. Frank había llevado a su primera novia y la había presentado a la familia, era una chica hermosa de origen coreana, se habían conocido en la empresa donde ambos trabajaban en New York y al parecer, la relación iba en serio. Ava tenía a Elizabeth en brazos, con su hermoso vestido, había sido una de las que arrojó pétalos de rosas mientras venía Alice al altar. Todo el rato bien portada pero en la fiesta, había corrido con un par de niños y había quedado cansada, mientras los gemelos, Björn y Nico –este último en honor a Nicoletta-estaban plácidamente dormidos en sus cunas. Björn tenía brazo recargado en la orilla de la silla de Ava y ella lo siguió mirando disimuladamente. —A
Amelia tenía el corazón agitado por el temor de no poder lograr ayudar a Ava en el parto, Sarah no tenía al igual que ella la experiencia de partera, pero había escuchado en ocasiones a las amigas de su pueblo, así que ella se quedó a su lado, mientras los hombres esperaban afuera de la habitación, a excepción de Björn que insistió en quedarse a lado de Ava, sosteniendo su mano.—Ahora, tienes que pujar, —dijo Amelia entre las piernas de Ava, esta estaba intentando hacer los ejercicios de respiración pero el dolor fue insoportable por momentos que pensó que se desmayaría.—Ya han llamado al doctor, Björn—anunció el padre de Ava, Björn le agradeció mientras sostenía la mano de su esposa.—Tienes que pujar, —pidió la madre de ella, — ¡Ahora! —Ava asintió y tom&oacut
Seis años después…—Me gusta el color rojo vino, pero el azul turquesa se ve mejor en ti, —Björn torció sus labios mirando lo que tenía en sus manos, desvió su mirada hacia ella que estaba frente a él. — ¿Cuál eliges? —la pequeña Elizabeth estiró su mano y tomó el listón color vino, —Tenías que ser mi hija, —sonrió orgulloso por la decisión de la pequeña, con cuidado recogió su cabello y luego pasó el listón para hacer el nudo en la nuca, momento después, acomodó su cabello ondulado y castaño claro, sus ojos azules lo miraron, las largas pestañas se agitaron por un momento, Björn retrocedió para mirar si había hecho un buen trabajo. Se cruzó de brazos y esperó a que la pequeña dijera algo cua
Meses después…El labio inferior de Björn tembló cuando desvió la mirada, no quería mostrarse así la primera vez que ella lo veía, tomó aire y lo soltó lentamente para poder tranquilizar a su corazón agitado, giró su rostro y se encontraron cara a cara, era hermosa, tenía sus ojos abiertos, lo miró fijamente sin saber quién era.—Hola, sé qué es la primera vez que nos vemos y por educación voy a presentarme, así que si me ves que estoy a punto de derrumbarme, ignóralo por favor. —Björn tomó aire y lo soltó lentamente. —Soy Björn, sé qué la barba está de más y puede ser que no esté presentable, pero haz la excepción por favor, es que a mi esposa le encanta…—se aclaró la garganta. —no es
Penitenciaría Estatal Rikers Island en Nueva York. Ángel alzó sus cejas con sorpresa. —Pero en el expediente dice que tiene cargos de asociación para delinquir y desviación de fondos. —A ver, —Jeffrey hizo una llamada, marcó y esperó un momento, miró a Ángel. —Hablaré y me darán la información real y completa, no dudo que su abogado haya pagado una gran suma para mentir en el archivo para protegerlo, ¿Ese dinero está en mi bolsillo? No. Así que es mi penitenciaria y aquí son mis reglas. —detuvo lo que dijo cuándo contestaron, hizo las preguntas correctas, minutos después, colgó. Ángel miró detenidamente en espera a que dijera algo. — ¿Qué hubo problemas en el permiso que se le dio para la lectura del testamento de su padre? —Ángel asintió. —Pero está estable, el medico informó que en un par de días se le dará de alta. —Perfecto, —Jeffrey se levantó de su silla. —Cuándo el riquillo salga de la sala de enfermería, quiero
Bruno iba bajando en el elevador custodiado, estaba hirviendo de la ira al escuchar que Björn había vendido todo lo que por años trabajó, pensó en que era muy injusto, él merecía más que solo dos casas y una cuenta que no tenía el dinero suficiente como para vivir unos años con los lujos que estaba acostumbrado.—Vamos bajando. —dijo el guardia por el radio a otro, Bruno miró sus esposas frente a él, luego a los números. Se escuchó la voz a través del radio donde anunciaba que estaban listos. — ¿Está triste el niño rico por qué “papi” no dejó mucho dinero? —Bruno solo apretó su mandíbula con dureza, el otro guardia soltó una risa burlona. —Estos ricos hijos de papá, ¿Estás insatisfecho con los millones que te dejaron? ¿Sabes lo que uno como nosotros d
Último capítulo