Cuando por fin termine de hacerles las empanadas corrí a bañarme ya que hoy saldría a solas con mi esposo y estaba demasiado emocionada por eso, por fin íbamos a poder estar solos al menos por un rato, lo cual agradecía mucho eso.
Al terminar de cambiarme me trence el pelo y me coloque perfume, ese dulce que amaba mi esposo sin decirme ya que solía verlo colocarse un poco en su ropa cuando no me abraza por un largo rato, salí del baño encontrándome con mi hombre acunado a Maia entre sus brazos para que se durmiera.
-Te vez hermosa- murmuro al verme mientras se acercaba a mi, se inclino para besarme y al instante sonrió al notar que llevaba puesto su perfume favorito- Déjame que la recueste en su cuna y ya nos vamos-
-¿Sabes lo que le hace a mis hormonas verte vestido completamente de negro?-
-Lo se y es por eso que me vestí así-
-Mi amor, mi amor...no vas a llegar a donde sea que me vallas a llevar si sigues así-
-Que bueno que nuestra camioneta tiene vidrios polarizados-
Solté una le