Después de medio hora de sexo intenso y desenfrenado, me despido de Goldie y me dirijo a mi habitación para cambiarme la ropa. No puedo arrancarme esa sonrisa de felicidad y satisfacción que llevo dibujada en la boca. ¿Quién iba a pensar que el mejor sexo de mi vida iba a ser con una chica sin experiencia? Ilógico, ¿no?
Guardo la cartera en el bolsillo de mi pantalón y me doy la vuelta al escuchar que mi teléfono suena. Me acerco a la mesa y al cogerlo, me doy cuenta de que en la pantalla aparece la imagen de papá. Aquello me toma por sorpresa. ¿Ahora qué quiere? Respondo de inmediato.
―Papá.
Trago grueso y espero a que me diga la razón por la que está llamando.
―Denzel ―el tono que usa para dirigirse a mí, es serio y formal―, mañana en la noche tenemos una cena muy importante para la familia, para ti y para el futuro de nuestras empresas ―escuchar aquellas palabras, me produce mala espina―. Necesito que estés presente, tu asistencia es necesaria.
¿Qué se trae ahora entre manos?