El primer rayo de sol se coló con sutileza entre las cortinas del penthouse, acariciando la piel desnuda de Kathie. Despertó lentamente, aún envuelta en el calor del cuerpo de Noah y en el aroma suave de sus sábanas. Por un momento se quedó quieta, escuchando el silencio. La ciudad apenas despertaba, y él seguía dormido, respirando profundo, ajeno al mundo.
Se incorporó con cuidado, no queriendo perturbar la quietud. Tomó una de sus camisas, que descansaba abandonada en el suelo, y se la puso sobre la piel desnuda. Al salir del cuarto, lo primero que la golpeó fue el tamaño del lugar. Era la primera vez que lo recorría con los sentidos despiertos.
Todo allí hablaba de elegancia, de silencio, de vida contenida. Los ventanales ofrecían una vista abrumadora de la ciud