¿ES EL LOBO QUE AMAS?
La atmósfera en el jardín estaba cargada de tensión. Erika, con la espalda erguida y la mirada desafiante, se enfrentaba a su tío, el imponente Alfa Viktor, quien había venido a reclamarla para unirse al lobo de la manada Snow.
―Erika, es tu deber unirte a él. No solo es un honor, sino una necesidad para la manada.
―No voy a ser parte de esto. ―replico decidida a alzar su voz ―No soy propiedad de nadie y merezco escoger mi propio camino.
Su tío frunció el ceño, la paciencia claramente desgastándose.
― ¿Has olvidado cómo te acogimos sin condiciones? ¿Cómo hemos cuidado de ti?
Erika sintió un pellizco de remordimiento; en el fondo sabía que su tío tenía razón. Pero había algo más fuerte que la culpabilidad que latía dentro de su pecho: el deseo de libertad, el deseo de no volver a someterse a ningún lobo.
―Estoy agradecida, pero no puedo permitir que eso me ate a una vida que no quiero.
La loba interior de Erika gruñía, instándola a aceptar al lobo de cabello plate