El verdadero problema de él eran sus ojos, siempre habían sido sus ojos.
Por mucho que él mismo quisiera evitarlo, sus emociones siempre alcanzaban sus ojos.
Cuando estaba molesto, sus ojos se llenaban de una sombra gris que no podía detener, así su rostro se mantuviera impasible.
Cuando estaba contento, aun así no sonriera, sus ojos se llenaban de luz.
Cuando estaba frustrado, triste, cansado, avergonzado, esperanzado; lo que fuera, lo que sea sintiera, aunque en su rostro no se mostrara, si lo hacía en sus ojos.
Y en ese momento, ella estaba viendo algo que no podía identificar en sus hermosos ojos dorados, la estaba mirando directamente con una emoción que ella no sabía identificar.
Por primera vez, desde el momento que lo conoció, por primera vez la estaba mirando verdaderamente a ella. Sus ojos estaban plenamente concentrados en ella, si lo miraba a los ojos directamente sabía que se vería a si misma en sus ojos llena de miedo, confusión y aún así mucha anticipación.
Lo primero que había amado de Emmett habían sido justamente sus ojos. Amaba esos orbes dorados, y lo único que había deseado todos esos años había sido que la miraran.
Por eso aunque siempre se había sentido descorazonada en el fondo e infeliz… al mismo tiempo se sentía dichosa de poder pasar tiempo a su lado, aunque él estuviera al lado de Alessa.
Había sido cruel con ella misma, algo… masoquista, pero lo quería tanto que se había conformado con las migajas que tuviera de él.
Y ahora, él la miraba a ella, y sólo a ella… y no sabía cómo es que debería reaccionar.
¿Cómo había llegado a esa situación?
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Él se acercó a ella con el café de la mañana, y esta vez su saludo vino acompañado con un dulce beso en los labios, él había adelantado algo de su café y sabía también a fresas.
Astrid volteó a ver a la persona que le había dado los buenos días; aunque sabía perfectamente quién era, la sorprendió. Seguro los había visto y la idea realmente no le gustó.
Emmett, no se quedó mucho tiempo al lado de la pareja, rápidamente pasó rumbo al edificio.
El tono de Cole estaba más lleno de curiosidad que de reclamo. Astrid no había esperado que él fuera realmente celoso, lo que estaba muy bien. En el mismo momento que él hizo su pregunta, ella supo que podía decirle la historia sin omitir nada.
Nunca había sido realmente buena para las mentiras y no iba a empezar una relación con él con ellas.
Cole sonrió y le pasó el brazo por encima a la joven cuando ya estaban entrando en el salón de clase, con una enorme sonrisa.
Astrid sonrió, cuando Cole le decía que era una chica generosa casi lo podía creer. Pero si él supiera la verdadera fuente de su preocupación por Emmett, no estaría igual de complacido.
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Le dio otro de esos largos e increíblemente agradables besos y por fin se fue.
Al salir de clase habían quedado de ir a comer a algún lugar, pero en medio del trayecto habían llamado a su celular, a medida que atendía su expresión cambiaba a contrariada, más y más.
Su madre le había hablado por teléfono y le pidió que fuera a verla, su padre tenía un problema de salud y no quería estar sola por el tiempo que estuviera convaleciente, así que iba a casa a quedarse una pequeña temporada.
Y él se había sentido mal por dejarla sola después de tan poco tiempo de relación. Ella se sentía en parte alagada, no esperaba que él pusiera en tan alta valía su relación y por otra, le apremiaba el sentimiento de que Cole fuera con su familia que la necesitaba.
Esperaba que su padre estuviera bien, pero era realmente triste saber que no lo vería una semana entera. ¿Qué tan rápido podías acostumbrarte a la presencia de una persona? Era asombroso.
La llevó a casa y se despidió de ella allí, lo vio después bajar por la misma calle del día anterior y suspiró. Se lamentó de la semana que pasaría sin él, y una pequeña parte de ella también se preocupó, ¿Qué podía pasar esa semana sin él?
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Astrid miró a Emmett sentado de nuevo solo en el final de la cafetería leyendo un libro, con un plato con comida intacto delante de él, ya que Cole no estaba podría aprovechar el tiempo para estar con Emmett sin que hubiera ningún tipo de enfrentamiento, tenía un montón de preguntas que hacerle.
Ella se sentó a su lado y miró el titulo de su libro, otro libro de perfiles criminales, suspiró suavemente.
Astrid no pudo sino reír divertida imaginando la pinta que tendría. Él bajó el libro y atacó la hamburguesa, seguramente fría, delante de él con hambre, ella removió la crema de su café mirándolo.
Ella permaneció en silencio un momento, esta era otra de las cosas que la molestaban de su comportamiento, él no era apático, nunca lo había sido.
Astrid sintió un escalofrió helado bajar por su columna.
No, nadie más se había enterado de los secretos de Alessa, ¿cierto? Sólo ella y… ¡No! Él no podía decir nada, no le convenía.
Miró a Emmett, sus ojos se habían oscurecido con ira, sus nudillos se veían blancos en sus puños cerrados.
Sin más tomó su libro y se levantó de la mesa con cierta violencia.
Astrid nunca lo había visto así y la verdad era que la había asustado un poco. Por supuesto sabía que Emmett tenía un carácter fuerte, pero nunca lo había visto tan molesto. ¿Qué podían haberle dicho que lo pusiera tan furioso?
Sin detenerse a pensarlo se levanto de la mesa y corrió para alcanzarlo, con largas zancadas él había avanzado varios metros, pero logro alcanzarlo antes de que entrara al edificio de aulas.
—Si —dijo en voz baja.
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Astrid cerró los ojos un momento, desconectándose de él. No, esto no estaba bien.
Dios, él seguía amando a Alessa, lo podía escuchar en su voz, en la furia con la que aun la defendía y… por sobre todo aun estaba en sus ojos.
Si él empezaba a ver a Alessa en ella como mucha gente lo había hecho. No, no eso no lo soportaría.
Avanzo delante de él peleando con sus sentimientos, no debería ser su amiga, nunca podría dejar de quererlo si no se alejaba de él.
Pero no podía alejarse de él, el pensamiento persistente de que Emmett la miraba por primera vez, que la apreciaba por primera vez, iba tan al fondo de su corazón, que no sabía como podría abandonarlo por voluntad propia.
No sabía como había llegado a esta situación y la verdad fuera dicha no sabía como haría para salir.