Dante se relaja, pone las manos detrás de la cabeza y pregunta si él también puede demorar en dar una respuesta. Eva sonríe, haciéndole creer que si, pero se pone seria nuevamente y le dice que no, solo ella podía hacerlo.
—Dame tu respuesta ahora, si no me voy. —dice ella, y hace el gesto de levantarse. —Vale, vale, acepto, yo no soy celoso así que no será un problema para mí abstenerme de decir o hacer nada que te haga creer que son celos. —claudica y agrega—: por ahora no mencionaré más a tu amigo. Eva mueve la cabeza, espera que sea cierto lo que dice, ya que lo que ha dicho y hecho demuestra lo contrario de lo que está diciendo ahora. —¿Y ahora qué? ¿Qué haremos a partir de ahora? ¿Nos citaremos cuando tengamos ganas? &i