Fernando desvió la mirada: —No es nada.
Aurora no lo creyó, extendió la mano para girar su cara, forzándolo a mirarla: —Dime, ¿qué pensabas?
Fernando no ocultó nada: —Ese hombre es el padre del niño. Si quieres darle ese apellido a ella, no me importaría, no me preocupan esas cosas…
La expresión de Aurora se enfrió.
Se dio la vuelta y salió.
Por alguna razón, comenzó a sentirse incómoda.
Fernando la siguió: —¿Estás enojada?
Aurora, dándole la espalda, dijo: —No.
Fernando la confrontó: —Claramente sí lo estás.
Aurora no habló.
Bajó la cabeza.
Fernando la abrazó por detrás.
Abrazando fuertemente su cintura.
Con su rostro pegado al de ella: —Dije algo equivocado, ¿puedes no enojarte, por favor?
Aurora apretó sus labios, giró su cabeza: —Fernando, no soy insensible, siento todo lo bueno que haces por mí. ¿Pero por qué tienes que mencionar a esa persona?
Fernando explicó: —Lo que quería decir es que respeto tus pensamientos, no fue mi intención mencionarlo.
Con un tono muy arrepentido: —Lo