Capítulo 912
Águila tenía una mirada esquiva por un instante, pero pronto se calmó. —Fue su madre quien me envió aquí.

Gabriela extendió su mano para tomarlo. —No te estoy cuestionando, ¿por qué estás nervioso?

Águila respondió: —No estoy nervioso.

Las palabras de Gabriela claramente mostraban incredulidad.

Claramente él había estado nervioso hace un momento.

—¿No te estarás acostumbrando a estar aquí?

—...Sí, un poco.

—Te acostumbrarás poco a poco, llámame si necesitas algo —dijo Gabriela.

Águila respondió afirmativamente.

Gabriela volvió a la mesa.

Yolanda no insistió más en que comiera.

En su lugar, le sirvió un vaso de agua.

Ella tomó un sorbo.

El mayordomo se acercó a Gabriela: —Señora, alguien la busca.

Gabriela pensó que era Felipe y se levantó para ir.

Pero en la puerta vio a Alfredo.

Sorprendida, preguntó: —¿Cómo encontraste este lugar?

—Escuché sobre el asunto de Rodrigo de Felipe, vine a ayudar —dijo Alfredo con un semblante serio.

Gabriela asintió.

—¿Hay alguna noticia? —preguntó Alfred
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