Afortunadamente, Alfredo pudo frenar a tiempo.
Aun así, estuvo a punto de chocar con la persona que se encontraba frente al coche.
¡Su ceño se frunció!
—Alfredo.
Iris se mantenía delante del coche sin hacer un escándalo ni caer en histeria. La miró con calma.
Alfredo no tenía ningún deseo de tener ningún tipo de interacción con ella.
—Muévete por tu cuenta, o llamaré a seguridad.
A través del parabrisas delantero, Iris lo miró durante un rato y dijo: —Llama a seguridad si quieres. Puedes no verme, pero seguiré viniendo. Si no te importa, adelante, llama.
Alfredo entrecerró los ojos: —¿Me estás amenazando?
—No, solo quiero hablar contigo —respondió Iris.
Alfredo dijo fríamente: —Iris Martínez, ¿crees que tienes el derecho de negociar condiciones conmigo en tu estado actual?
—No estoy tratando de negociar condiciones contigo. ¿No puedo siquiera hablar contigo un rato?
—Sí —Alfredo le dio una respuesta muy segura. —No quiero verte. Y no quiero saber nada de ti.
Iris dijo: —Fuimos una pare