Yolanda respondió con una sonrisa: —¿Por qué no abres todo y lo descubres tú misma?
Parecía que Gabriela comenzaba a entender: —¿Me llamaste para regresar por todo esto?
Gabriela señaló hacia los numerosos regalos de lujo que llenaban la sala.
Yolanda asintió.
Gabriela, usando unas zapatillas, se acercó y abrió una de las cajas.
Yolanda, con una expresión de alegría apenas contenida, dijo: —Desde temprano, muchas personas vinieron y trajeron todo esto. Fui a llamarte y descubrí que no estabas. Eres una futura novia, debes pensar antes de actuar. Mírate, ¿no te operaron hace solo unos días? Tienes vendajes en la cara y aún así te escabulles en plena noche. ¿Es eso correcto?
Gabriela sonrió, admitiendo su error, y prometió no hacerlo de nuevo. La caja que abrió contenía un par de tacones altos incrustados con diamantes.
Ella arqueó una ceja.
Yolanda comentó: —Estos deben ser los zapatos de boda.
Gabriela procedió a abrir otras cajas, dentro de las cuales encontró vestidos hechos a medida