Capítulo 62
Si no fuera por sus heridas, Rodrigo podría haberla estrangulado hasta muerte.

¿Casarse con él y dejarla tan agraviada?

Gabriela fingió no oír.

Pero el aleteo de sus pestañas es una señal constante de que no estaba dormida.

Rodrigo cerró los ojos, reprimiendo compulsivamente su ira.

Alivió la asfixia de su corazón y se sentó en el borde de la cama, alargando la mano para tocarle la cara, y Gabriela no se contuvo y torció un poco la cabeza.

Rodrigo se ríe: "¿Se acabó el fingir?"

"¿Qué estoy fingiendo? Acabo de despertarme de una siesta." Se estiró deliberadamente y dijo perezosamente: "¿Qué haces aquí?"

"Eres mi mujer, claro que tenía que venir a verte." Su rostro aún mostraba una sonrisa.

"¿Te ha estado bien cuidando Dalia últimamente?"

Gabriela asiente con la cabeza.

Dalia fue muy amable y la trató como si ella fuera su hija.

Pudo recuperarse tan rápidamente gracias a Dalia.

"¿Cuándo te darán el alta?" Preguntó.

Gabriela prefiere estar en el hospital que volver a la villa y vivir bajo
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