El rostro de Rodrigo se enfrió.
El aire que los rodeaba se enfrió unos grados por un momento.
"Gabriela, ¿de verdad crees que le gustas a Javier? No olvides que eres una mujer casada que se ha acostado conmigo..."
"¡Rodrigo!" Le interrumpió Gabriela.
"¿Estás enfadada?" Rodrigo tendió la mano hacia ella, "Aún estás a tiempo de venir conmigo."
Gabriela se exasperó, "Rodrigo, recuerdo que dijiste que te ibas a divorciar de mí, y sí hicimos los papeles del divorcio, ¿y no tienes ahora a Emilia? ¿No te dan miedo sus celos cuando vienes a verme? Por cierto, escuché que le regalaste tu cosa más preciada, parece que te gusta mucho, felicidades, encontrar a alguien que te guste tanto."
"Sólo devuelvo la cosa a su dueña." Explicó.
Gabriela enarcó las cejas, "Resulta que tu preciada cosa era de ella, así que tenéis una larga historia."
Rodrigo frunció los labios, no podía negarlo.
Al fin y al cabo, era la persona que le había salvado cuando era niño.
Si no, no le habría dado trabajo sólo por Rica