Corazón cerrado.
Esa noche, Cataleya llegó a su apartamento, sintiéndose agotada. Se dejó caer en el sofá, cerrando los ojos mientras las palabras de Ezra resonaban en su mente. Las lágrimas comenzaron a brotar, sin poder contenerlas más.
Recordó cómo él la había defendido, cómo le había dicho que le importaba de verdad. A pesar de que su corazón se aceleró en ese momento, la confusión y el dolor resurgieron con fuerza.
Cataleya se levantó y caminó hacia la ventana, mirando las luces de la ciudad que brillaban en la oscuridad. Se abrazó a sí misma, tratando de calmarse, pero los recuerdos de su pasado la asaltaron. Pensó en Javier, en cómo la había abandonado sin explicación. El dolor seguía allí, latente, y ahora temía volver a pasar por lo mismo.
—¿Por qué es tan difícil? —murmuró, su voz apenas un susurro.
—Ezra es guapo, inteligente y parece preocuparse por mí… pero no puedo permitir que entre en mi corazón. No otra vez.
Cataleya se secó las lágrimas, intentando recuperar la compostura.
—No pue