Besos apasionados.
Mientras esperaban, Ezra no pudo evitar observar a Cataleya con preocupación. Aunque estaba disfrutando de la noche, no podía dejar de preguntarse si el alcohol había nublado su juicio.
—Eres muy guapo —dijo Cataleya mirándolo a los ojos.
Ezra solo sonrió, pero en su mente, las dudas persistían. ¿Estaba Cataleya consciente de lo que decía? ¿O el alcohol estaba influyendo en sus palabras y acciones? No quería aprovecharse de la situación, a pesar de que su mente y su corazón decían cosas diferentes.
Después de un rato, Bea se acercó tambaleándose ligeramente debido a los tragos. Sus ojos se iluminaron al ver a Ezra, aunque no lo reconoció.
—Cataleya, ¿quién es ese guapo hombre que está contigo? —preguntó Bea, su voz llena de curiosidad y deseo.
Cataleya, con una sonrisa irónica, respondió sin pensarlo mucho.
—Se parece a mi jefe, pero es tan serio, pero como un juez en un tribunal, que nunca iría a estos lugares. Debe ser su gemelo divertido.
Bea soltó una carcajada, claramente pasa