Tengo un nudo en el estómago, desconozco si es por los nervios o por las expectativas de
esta noche. Sí, es totalmente por eso. Lo confirmo, son las expectativas que nublan mimente.Estaciona frente a un gran edificio.Me surge la intriga por saber si se trata de algún hotel suyo.—Hemos llegado —me informa en voz baja.Su mirada se intensifica; la mitad en la oscuridad de la noche y la otra mitad iluminadapor las luces del tablero del coche y las luces de la calle. Se desabrocha el cinturón y yo loimito. Estoy nerviosa. Él me intriga muchísimo.Apaga el coche, sale de él, no sin antes dedicarme sonrisa cálida, y lo rodea con unagran elegancia. Abre mi puerta, me coge de la mano y me ayuda a salir de él. Todo uncaballero.La acera está mojada debido a la lluvia de hace unas horas, las palmeras que estánposicionadas en medio de la calle se agitan un poco y las luces de la entrada al gran edificiome sacan de toda oscuridad.Se levant