Luego de cumplir con mi horario en la clínica, aproveché el resto de la noche para hacer mis poemitas. Leonela me llamó. -¿Es verdad que sacarás un poemario?-, chilló ella a través del móvil.
-¿Cómo sabes?-, me intrigó. Se suponía que nadie más sabía la noticia. Yo aún no era ninguna celebridad, ni remotamente.
-Claudio tiene amigos en la editorial, todos escriben en el portal de poesías, se conocen entre ellos y Antonella Reynolds es una asidua lectora, todo queda entre amigos, pues, mujer, je je je-, me dijo ella riéndose.
-Sí, ya firmé contrato, tengo que entregar doscientos poemas, ya estoy avanzando algunos-, le dije, mordiendo mi lengüita emocionada.
-¿Te vas a inspirar en tus amantes?-, se divirtió Leonela.
-Por supuesto, je je je, estoy rescatando los mejores momentos que he pasado con ellos je je je-, me contagiaron sus risotadas.
-Ay seguro escribirás que "era hermoso, de pecho enorme, con sus brazos gigantes y sus muslos me volvían loca, me excitaban, pren