El viernes que me tocó turno noche, luego de hacer un recorrido viendo a los pacientes, chequeando si habían tomado sus medicinas y estaban acostados, encontré a Hughes cuando estaba terminando un dibujo. Aún estaba en lápiz y el él daba muy animoso los últimos toques antes de pasarle colores. -¿Aún dibujando, Frederick?-, me interesé. Él levantó la mirada y mordió los labios. -Es un retrato muy especial, doctora-, me dijo. Me aupé para tratar de verlo. Era una mujer hermosa, destellante y brillante de mirada hipnótica y sugestiva. No podía ser yo porque sus pelos eran negros al igual que los ojos, tampoco Jessica ni Brenda. -¿Quién es?-, me dejé vencer por la curiosidad.
-Es Katty, la periodista-, me dijo él, al fin.
Me pareció un bonito detalle. -¿Se lo vas a regalar?-, le pregunté.
-Sí, el lunes es su cumpleaños-, se emocionó Frederick aún más.
Wow qué bonito regalo. Ningún enamorado mío me había hecho un regalo así, de un retrato tan lindo, emotivo, sugestivo, impecable